Cada 9 de mayo celebramos el día de Europa en recuerdo de la famosa declaración de Robert Schuman de esa misma fecha de 1950, que originó la creación de la primera comunidad europea: la del carbón y acero, germen de lo que actualmente es la Unión Europea. Entonces, Europa era un mundo hambriento, destruido, desmoralizado, que acababa de recuperar la paz, pero con una firme voluntad de resucitar y avanzar. Sesenta y ocho años después, hemos sido capaces de desarrollar y consolidar un espacio común de derechos y libertades, de respeto y defensa de los derechos humanos, de progreso económico y social y de libre circulación, que es referencia a nivel mundial. Fuera de Europa, con sus contradicciones e imperfecciones, no hay futuro para ningún país en solitario. El brexit es un gravísimo error, aunque el Reino Unido nunca lo reconozca, pero también es una oportunidad para la Unión y ha servido para mantener unidos y cohesionados a los 27 ante la salida de un Estado miembro.

Aunque las carencias, los errores y lo que queda por hacer no debe hacernos olvidar y valorar lo que hemos conquistado, hay que reconocer que la crisis, su gestión, las políticas de austeridad extrema aplicadas y la desigualdad han alejado a los ciudadanos de Europa, mientras crecen el anti-europeísmo, el populismo y los nacionalismos que debemos combatir. Europa tiene que recuperar peso en el escenario internacional, tiene que resolver sus problemas de diseño institucional y tiene que ganar la confianza de los ciudadanos. Por eso, es fundamental conseguir que las propuestas de los socialdemócratas, que defendemos con ahínco en el Parlamento Europeo, prosperen. Reivindicamos un auténtico pilar social que garantice la protección de todos los ciudadanos, el acceso a los servicios públicos esenciales y reducir la desigualdad, estableciendo un marco europeo de salarios mínimos equivalente al 60 % del salario medio de cada Estado miembro y una renta básica, así como una política de inclusión social e integración de los refugiados que responda a la crisis actual, que no es coyuntural. Asimismo, reclamamos una armonización fiscal para evitar la elusión del pago de impuestos de las grandes corporaciones, acabar con los paraísos fiscales y reforzar un crecimiento sostenible que mejore nuestra competitividad a largo plazo con una ambiciosa estrategia de desarrollo industrial, tecnológico y energético.

La socialdemocracia necesita redefinir un marco económico incluyente, con instituciones supranacionales que desarrollen una regulación más exigente de los mercados financieros y políticas de regulación de los mercados que luchen contra los monopolios, los cárteles y los privilegios concesionales y corporativos que, no nos olvidemos, existen porque el sistema lo permite y favorece.

España no sería hoy lo que es si no fuera por Europa. La Comunitat Valenciana, tampoco. La Unión Europea apuesta más por la Comunitat Valenciana que el Gobierno de España que nos sigue discriminando. El desarrollo de nuestras ciudades y pueblos, de nuestras infraestructuras y equipamientos sociales, han sido y son financiados con fondos europeos. Un total de 6.778 investigadores valencianos participan en consorcios internacionales y 3.915 empresas innovadoras valencianas toman parte en programas de investigación europeos. Algo que se conoce poco pero que tiene una gran relevancia.

Somos una sociedad abierta, hospitalaria, la región europea que tiene la mayor población británica residente, una economía con vocación exportadora y empresas internacionalizadas y que, bajo la presidencia de Ximo Puig, ha recuperado la credibilidad y reputación que nunca debió perder ante las instituciones europeas. Hoy en día somos referencia por ser la región europea que mejor sabe aprovechar los nuevos acuerdos comerciales. Las delegaciones oficiales a Canadá y Japón para abrir nuevos mercados a nuestras empresas son buena prueba de ello.

Los socialistas valencianos estamos convencidos de que los grandes retos a los que hemos de hacer frente, como la seguridad y defensa, la migración, la globalización y la revolución tecnológica, el cambio climático, la lucha contra la desigualdad y la pobreza, requieren de una Unión más social, más eficiente, más determinante en el escenario internacional y más progresista. La UE es punta de lanza en la reflexión, el debate y la regulación de todos aquellos temas que constituyen los grandes retos del futuro y en los que es necesario trabajar también desde el corto plazo. La Comunitat Valenciana tiene que jugar un papel mucho más relevante en su configuración y diseño.

Lo urgente es el empleo y hemos de ser capaces de crear empleo estable, de calidad y bien retribuido, sobre las bases de un modelo productivo competitivo, eficiente e inclusivo, como el que se está trabajando en la actualidad desde el Consell. Desde esta perspectiva, la robotización y la digitalización de la economía valenciana constituyen dos retos fundamentales porque ya no son una opción. Son una realidad insoslayable. Lo que sí es una opción es cómo queremos que sean. Y deben implementarse las políticas necesarias para que beneficien a todos y sirvan para mejorar nuestra calidad de vida.

Celebremos todos el 9 de mayo defendiendo más y mejor Europa porque Europa importa para la Comunitat Valenciana y es nuestro futuro.