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Periodismo despistado

Desde que los gobiernos se interesan por el periodismo, que el periodismo está fatal. Parece mentira, pero la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, la que dijo de los jubilados que «dan ganas de hacerles un corte de mangas y decirles os jodéis», es periodista. Quiero decir, estudiamos en la misma facultad. Aunque yo me fío menos de los micrófonos, que son como los tiburones que para dormir sólo se desconectan de un hemisferio de su cerebro. Y aún me fío menos de ese altavoz incontinente y furioso que es Twitter donde el nuevo (? ) presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, es activísimo, con resultados funestos para su reputación: "«un albornoz del hotel es robar?», se pregunta. Pues como pagarse fiestas familiares con calderilla de la Gürtel, como hacía la ministra Ana Mato.

Al periodismo le va bien el medio tono en el que cantaba doña Concha Piquer lo que excluye el berrido, por garrulo, y la escuchita, por incívica. Hablemos de periodismo, pues: ahora mismo hay periodistas de TVE que visten de negro para denunciar que ni Mariano Rajoy se muere, digo se mueve, ni cenamos y que funciona una redacción paralela con gente de confianza, es decir de los que no te dejan mal y si hace falta te echan una mano para salvarte del foso de los leones como al profeta Daniel. Ha habido televisiones más conservadoras, pero ninguna tan gubernamental como la TVE de ahora mismo, talmente como si el de Pontevedra estuviera convencido de que sin él, estamos perdidos.

Ni aún acorazado y mimado por todas las eminencias periodísticas de Yale y Cambridge, no existe un solo Gobierno en la Tierra que haya conseguido que hablen bien de él, ya que hablar mal del Gobierno obedece a una necesidad psicológica profunda y es uno de los pocos lujos que uno se puede permitir incluso con salarios de kelly. Una cosa está clara desde hace muchos años: los sondeos electorales ya sólo responden a las expectativas de quien los encarga, paga y publica, sea el mismo ente o se trate de entes consorciados. Y aún así, insisten: por si pillan algún despistado.

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