Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Patera para ricos

En su día, el Gobierno de Mariano Rajoy vendió permisos de residencia por cinco años, renovables, a cambio de una compra en ladrillo de por lo menos medio millón de euros. No hay mejor imagen de la rendición del Estado ante la albañilería (con acabados de lujo). Los hombres del futuro estudiarán el actual período y quedarán sorprendidos al comprobar que la economía -que empezó siendo un conjunto de prácticas juiciosas como cuidar la salud o comer con moderación- ocupó, al menos en capacidad de generar un cuerpo dogmático, el espacio de la religión. Ahí tienen al exministro De Guindos, que trabajó para las agencias de calificación y ahora lo sigue haciendo desde su nuevo puesto. No lo parece, pero debe ser un hábito saludable.

La ley con la que se quiso atraer a residentes que transformaran el paisaje en suelo edificable decían que estaba pensada para seducir «a emprendedores y profesionales de alta cualificación», descripción que cuadra a nuestros chavales con tres carreras y mucho conocimiento fugados a Gran Bretaña o Alemania. ¡Como se nota que tienen mucha inteligencia, pero poco dinero! A lo que iba: sólo el 6 % de quienes se han comprado documentos pagaderos con tejas y terrazos, ha desarrollado algún proyecto. El resto se ha dedicado a tomar baños de sol y de ola, a disfrutar de las facilidades que nuestro país ofrece para comer y beber (casi tanto como el neocosaco Gérard Depardieu), drogarse e ir de putas antes del amanecer, e incluso después. Y con chófer, no veas.

Ya digo, la economía tal como la concebían nuestra madres era siempre una teoría del límite, un retorno al duro suelo (aunque proyectaras editar poesía) que, sin embargo, no obligaba a postrarse de hinojos ante Molok y sacrificarle niños. El hombre es bueno por naturaleza y la mano invisible del mercado, tampoco. Claro que, a cambio, nuestro país ha incorporado más de diez mil investigadores y profesionales de India, Brasil y China, todos muy sufridos. Y nosotros preocupados por si se puede inmergir a una criatura en una lengua romance siempre que no sea catalán.

Compartir el artículo

stats