En España existen determinadas instituciones que no sólo infunden confianza a todos los ciudadanos sino que, además, son auténticos símbolos de la unidad territorial en un momento donde eso parece que no gusta a determinados nacionalismos exacerbados. Este es el caso de la Monarquía, del Ejército o de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que siempre aparecen en un lugar muy destacado entre las preferencias de los españoles, a diferencia de lo que ocurre con la clase política que también se sitúa en un lugar destacado, pero entre los temas que más nos preocupan, como es el caso de la corrupción y financiación ilegal, de la que también parece que conoce algo Compromís.

Hace unos días, dirigentes de Compromís y Podemos escenificaban su particular derribo de la Monarquía suscribiendo la Declaración republicana de Sagunto, en un aquelarre presidido por la fotografía del Rey Felipe VI boca abajo y plagado de banderas republicanas e independentistas. En esa misma línea, y como satélite programado desde el Parlamento catalán, el tripartito catalanista que gobierna la Comunidad Valenciana ha aprobado esta semana una Proposición No de Ley instando al Ejército a que abandone su sede principal en Valencia, la emblemática y apreciada Capitanía, en un vergonzoso intento para expulsar al ejército español del cap i casal.

Es indiscutible que estamos ante una escalada en la confrontación y la provocación contra el Estado, cuyo actor principal es Cataluña, y en esa deriva, les acompañan los palmeros que desde Valencia les rinden pleitesía.

Lamentable, Ciudadanos sigue sin enterarse de nada, desde su cómoda posición de centrismo criticón con el Gobierno de Rajoy. Así, cuando el partido de Albert Rivera ha de posicionarse, comienzan las dudas, las improvisaciones o los cambios de criterio a la luz de los sondeos de opinión. Ya les pasó con la ley de Señas de identidad del pueblo valenciano o la propuesta para derogar la prisión permanente revisable, que primero dijeron que sí y luego que no, y ahora podría ocurrirles con su cobarde abstención en la propuesta del catalanismo sobre Capitanía.

Aquellos que han llegado al gobierno de la Generalitat o del Ayuntamiento de Valencia después de perder las elecciones, gracias a un pacta de gobernabilidad en el que se concentraron nombres y siglas que sólo compartían su odio a España, quieren continuar viviendo del frentismo y recordando a Franco, después de que hayan pasado más de 40 años de su muerte. Pero nosotros, los valencianos y valencianas que no tenemos complejos de lo que somos, sintiéndonos orgullosos al pasar por la sede de Capitanía, estamos dispuestos a defender nuestra identidad frente al oportunismo independentista, el guerracivilismo y los centrismos que se autoproclaman anti-identitarios. Está llegando el momento de plantar cara al catalanismo que gobierna nuestras instituciones.