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Eduardo Zaplana

En el año 2008 cruzamos juntos -porque así fue- la última vez la puerta del Congreso de los Diputados. Habíamos tenido una fuerte divergencia política que nos había alejado considerablemente en los meses anteriores. Nuestros caminos no volvieron a cruzarse. El mío me llevó de nuevo a mi Cátedra de Filosofía y a mi vida privada, el suyo vemos hoy, con una gran tristeza por mi parte dónde parece haberle conducido. Lo fue todo en la política valenciana y en el PP de su tiempo, que fue el mío, concurrí en dos ocasiones al Congreso de los Diputados por Valencia en listas aprobadas y hechas por Eduardo Zaplana, y el fin del aznarismo político en el seno del PP de Rajoy se llevó por delante muchas cosas, algunas para bien general del país, otras sería muy largo de debatir y he expuesto en innumerables ocasiones mi opinión escrita al respecto (véanse si se desea las hemerotecas de esos años) .

Hoy Zaplana ha sido detenido y acusado de presuntos graves delitos financieros. Es su final político real y le viene dado en un delicado momento para él por su estado de salud. Zaplana intento construir una California en el Mediterráneo. Quería que , tras la égida socialista, la Comunidad Valenciana contara y estuviera en los mapas del turismo, la estrategia, las apuestas arriesgadas de los grandes eventos, la Ciudad de las Ciencias etc...que lograron en parte sus objetivos pero también, y hoy lo sabemos de sobra, llenaron bolsillos y menguaron conciencias. Ese modelo parece superado. Nuestro actual gobierno no apuesta por él, pero mantiene, como es lógico, los logros acumulados como es lo habitual en cualquier acción política que se precie por su sensatez. Y Ximo Puig es un hombre sensato. Destaco el tono de su declaración cuando se entera, como todos, de la detención de Zaplana ayer por la mañana; expresó con suma educación la tristeza que le causaba semejante final para un ex presidente de la Generalitat Valenciana.

Yo reivindico, como es lógico, la presunción constitucional de inocencia para Eduardo Zaplana. Lo mismo que lo hago y haré siempre para cualquier ciudadano español. Pero no ignoro la gravedad de los presuntos delitos cometidos ni la repercusión social y política de los mismos.

La forma de hacer política de Zaplana casaba muy mal con la crítica y muy bien con las lealtades inquebrantables. A su favor he de decir que a mí me escuchó siempre y que, incluso en el momento de nuestra quiebra política, no salió de su boca hacia mi reproche alguno ni de la mía hacia él. Pero todo eso pasó hace diez años y el tiempo todo lo modula, lo supera y lo deja en suspenso y en el sitio que le corresponde.

A medida que se iban produciendo las noticias en el día de ayer yo sentí ,y por eso escribo esta tribuna, una sensación ácida, como de ardor de estómago. Por una parte de desconsuelo democrático, de sacudida cívica, de dolor ciudadano. Por otra de certeza de que los ciclos políticos se terminan y jamás vuelven. Y con ellos se van también, porque las hubo, las ilusiones de muchos de los que ,saliendo de años del socialismo de Felipe González, a quien yo voté en las elecciones de 1982 y volvería a hacerlo hoy exactamente igual en condiciones democráticas semejantes, queríamos un cambio político liberal en España y en la Comunidad Valenciana.

Hoy todo aquello ha desaparecido tragado por el maëlstrong de la corrupción y la demagogia. Es profundamente triste. Y muy dificilmente recuperable.

Para el Partido Popular, haya sido la que ha sido su inmediata reacción, la losa será insoportable de aquí a las elecciones autonómicas de 2019. Entre otras cosas porque Eduardo Zaplana fue el que construyó ese PP desde el año 1991 y su caída deja sin relato, o casi , a la que fue su formación política en lo referido a la vindicación de una memoria digna del pasado. Y hubo dignidad en ese pasado. Sí. Pero maltrecha y malbaratada por la sistémica corrupción económica y política de la que hoy somos mucho más conscientes que ayer.

Pero cuidado, el PP sigue siendo una fuerza política legítima, necesaria e imprescindible en el tablero de nuestra democracia valenciana. Creo que habría que circunscribir las cosas a los términos en que éstas son explicables y censurables, y dejar abierto el camino para que en un tiempo u otro el PPCV retome el rumbo de su ,hoy más que ayer, necesaria y perentórea refundación política.

Se hablará durante algún tiempo del proceso ,causa, marcha y final contra Eduardo Zaplana. Se dirá que todo eso sucedió hace un cuarto de siglo, y es cierto, pero su sombra es alargada y la vinculación de su nombre a los éxitos y fracaso de un proyecto político que se quiso liberal en la Comunidad Valenciana también.

Desearía que se le juzgara con equidad: por sus éxitos, que los tuvo, y algunos de importancia histórica ( como la creación de la Academia Valenciana de la Lengua) y de sus responsabilidades. Éstas deben ser dejadas ya hoy a la acción de la justicia y al inaplazable juicio de la historia política.

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