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Alfons García03

"Voy a servir a la sociedad con honestidad"

Fue la frase pronunciada por Eduardo Zaplana la madrugada del 29 de mayo de 1995 tras ganar las elecciones que le dieron la llave de la Generalitat.

N o hay mejor detector de contradicciones y falsedades que la hemeroteca. A ver quién sale vivo de ese examen. A algunos nos puede haber ido la coherencia en la evolución; a otros, responsabilidades penales. «Quiero anunciar mi compromiso público con la sociedad, con toda la sociedad, de que voy a servirla con honestidad». Seguro que han adivinado al autor de la frase: él, el protagonista de la semana, que ahora digiere los acontecimientos en Picassent. La pronunció a la una menos cuarto del 29 de mayo de 1995, en el Alameda Palace de València, el foro de las glorias populares, después de una intensa jornada electoral de la que salió vencedor y que supuso acabar con trece años de hegemonía socialista en el Palau de la Generalitat.

¿Cuándo empezó a olvidar el discurso de la honestidad el exalcalde de Benidorm? ¿O era mera fachada en aquel joven político eternamente ambicioso? ¿No era otra cosa más que la versión moderna del pícaro español, vestido de trajes de talle perfecto, zapatos siempre lustrosos y relojes caros?

No sé si hemos asumido la magnitud de lo ocurrido. La borrachera informativa provoca que en ocasiones el foco se emborrone. La sospecha latente y nunca materializada (hasta el punto de que el mismo investigado parecía dos dedos por encima del suelo cuando hablaba ufano de los caídos) se ha convertido en realidad: un presidente de la Generalitat, un jefe de la tropa popular, se lucraba con jugosas comisiones pagadas por empresas agraciadas con contratos públicos. El famoso 3 % de los amigos de CiU en Cataluña aún no sabemos si aquí fue el 2,el 5 o el 10 %. Sí podemos adivinar que los ciudadanos han sido las primeras víctimas de este régimen pestilente, porque el dinero que algunos se llevaban a espuertas hacia floridos paraísos fiscales se detraía de los servicios públicos. Y si el general del ejército dopaba sus cuentas con generosas comisiones, según el relato que han ido componiendo los investigadores, uno no quiere ni imaginar el tamaño del agujero en las arcas públicas, lo que se habrá perdido por el camino en no-sé-cuántas adjudicaciones. Igual que en una república bananera. Como en esas democracias despóticas tan demonizadas por el PP, el que estaba en lo alto del pastel tenía montado un operativo para enriquecerse a partir de una política liberal de privatizaciones. Eso es lo que parecen tener bien cogido los investigadores, dada la firmeza de las decisiones de la jueza a pesar de la enfermedad del reo y de la presión de sus abogados. Y no son mordidas para financiar al partido, es algo mucho más escatológico. Posiblemente, ni el PP valenciano ha valorado la magnitud de la catástrofe y sus consecuencias.

Dice Rajoy que es uno de esos diez o quince casos aislados que afectan al PP. Ya quisiera. Habrá que recordarle que todos los presidentes valencianos entre 1995 y 2011 están investigados por la Justicia por mal uso (presunto) del dinero de todos: dieciséis años en tela de juicio. ¿Caso aislado?

Carambolas del destino, Zaplana (sí, hablábamos de él) vuelve a estar físicamente cerca de Rafael Blasco, el multiconseller condenado por rapiñar fondos del tercer mundo. Quién sabe si no es tan casual esta reunión. Porque la historia del prohombre sirio que encuentra el croquis del circuito de la corrupción del expresidente en un remiendo y se lo entrega al yonqui del dinero por nada es demasiado literaria para ser cierta. Quizá algún día se pueda saber el origen de esa documentación y cómo cae en manos del valenciano de origen sirio. De momento, el triunfador y su estratega en la sombra, el gurú criado en la extrema izquierda y enrabietado con el PSOE, el que le enseñó la combinación para llegar al poder y arramblar con él, están entre rejas. No hay símbolo más potente para un tiempo.

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