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Martí

Saber y ganar

En tiempos líquidos, de tribulación, la mudanza es aconsejable, contradiciendo a Ignacio de Loyola, con todo el respeto intelectual al fundador de la Compañía de Jesús, que seguro cambiaría su celebre frase en la era digital, como reconocen sus discípulos actuales, encaramados a la máxima cúpula eclesial en la figura de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, @Pontifex en las redes. La excepción es Jordi Hurtado, el incombustible presentador de «Saber y ganar» que cumplió ayer 5.000 programas, un récord inimaginable en la televisión vigente. Lleva 21 años entrando en sus casas desde La 2 de TVE, acumula 3.300 horas en pantalla y 400.000 preguntas a 2.387 concursantes. Él es «Saber y ganar», pues ha conseguido que un concurso cultural sea actual y ameno. Tanto que agrada a mi madre y a mi hija, con 62 años de diferencia. Busque y compare, inigualable. Casi como el último episodio de la segunda temporada de «Sucesor designado», esa magnífica serie de Netflix donde Kiefer Sutherland interpreta a Tom Kirkman, el Secretario de Vivienda que se convierte en presidente de EE UU después de un ataque terrorista durante el Estado de la Unión donde muere el presidente, el vicepresidente, y cada cargo por delante de él en la línea de sucesión. Kirkman, del que nadie daba un dólar por su presidencia, evoluciona hacia un estadista sólido y ético, tanto que recibe la invitación para ser candidato demócrata y republicano, pero... Lo mejor es que parece que habrá más episodios en una prometida tercera saga, porque los peores enemigos políticos siempre están muy cerca. Pues eso, quien aguanta gana.

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