Celebra la Iglesia del Patriarca de nuestra ciudad la que se cumple 413 festividad de su denominada «Octava del Corpus»; ya que la primera tuvo lugar, después que abrió sus puertas al culto público por primera vez, el 2 de febrero de 1605 según anotación de su mismo fundador, San Juan de Ribera: «fue el primer día que se dixeron los Oficios Divinos en ella». Y son ya más de cuatro siglos transcurridos, en los que esta original fiesta al Santísimo Sacramento sufrió en su historia diversos altibajos. Principalmente en dos períodos en que su culto atravesó graves crisis con pérdida de su tradicional brillantez.

El primero fue por motivo de la invasión de España por las tropas napoleónicas, hasta que se consiguió expulsarlas en nuestra guerra por la independencia en 1802. Resultando el Corpus del año 1810 el más pobre de su historia, al no poder siquiera atenderse el gasto de alfombrar la calle con murta ni el claustro del Colegio con flores. Ni tampoco el de los capellanes portadores de las andas con la rica custodia, teniendo que ocupar su lugar los capuchinos de la Sangre de Cristo, orden religiosa fundada por el mismo San Juan de Ribera. Y es que, pese al saqueo que por las tropas francesas sufrió la Real Capilla, hubo de contribuir con 30.000 reales a la ayuda decretada por el Gobierno para gastos de guerra. Y esto después de haber tenido que entregar toda la plata no necesaria al culto, a juicio de una comisión gubernamental que se presentó en la institución. Y fue tal la penuria que le sobrevino, que se vio obligada a reducir gastos empezando por la comida, según consta en uno de los libros de actas: «Se determina que el Síndico procure reducir los costes de la despensa a lo más preciso, minorando los postres... y por el mismo motivo se reduzca la cera en el altar, ardiendo únicamente dos ciriales en los Oficios».

El segundo período lo marcó nuestra contienda civil de 1936. Y fue peor, ya que hizo temer la pérdida de todo su patrimonio al ser invadido el Colegio por un grupo de incontrolados revolucionarios dispuestos a prenderle fuego. Y también a su Iglesia. Pero el Rector de la Universidad, Sr. Puche, evitó la tragedia al hacerles frente y gritarles lo que representaba aquella insigne institución para Valencia. Con voz imperiosa les conminó: «Este edificio es del pueblo. Respetadlo. Ha sido incautado por la Universidad». Mensaje que escrito mandó adosar a sus puertas, guardándolas con un piquete de milicianos universitario. Consta también en el libro de actas.

Y si bien es cierto que esta originalmente denominada por su fundador «Real Capilla de Corpus Christi» no goza en la actualidad del mismo esplendor con que nació -con sobradas rentas para ser atendida nada menos que por 80 ministros entre capellanes, acólitos, infantillos, mozos de coro, etc.; no obstante, adaptada a la condición de los tiempos modernos, la solemnidad fundacional y compostura litúrgica de sus actos sigue hoy siendo la misma, asistida por un competente coro de canto gregoriano y una admirable coral polifónica dirigida por un entusiasta y prestigioso director; lo que le permite seguir manteniendo el rango de iglesia modelo «para todas las del Reyno como fuera dél» que pretendió San Juan de Ribera.

Hoy la Iglesia del Patriarca estrena una nueva y moderna instalación de luz en todas sus capillas y Altar Mayor, que contribuye a una magnífica y asombrosa contemplación de toda su pintura mural, retablos y lienzos.