Pero no tanto como parece. Los que pensaban que el bipartidismo en España estaba muerto se equivocan de lado a lado. Está agónico, eso sí, pero vivo y con ánimos suficientes para seguir gobernando esta piel de toro, esta ínsula de Barataría Ibera, muchos años más de los que sus enterradores le habían deseado.

Comencemos por la Moción de Censura a Rajoy. Supongo que no hará falta explicar, o quizá sí, que la misma no es fruto de la improvisación ni de la sentencia de Gürtel. Sánchez llevaba intentándolo desde el 2016 y sí es cierto que ,con motivo de la Gürtel, ha encontrado ocasión propicia para conseguirlo in extremis. La Moción de Censura presentada por el PSOE al gobierno Rajoy es absolutamente constitucional y por ello totalmente legal. Otra cosa es su grado de legitimidad democrática. Legalidad y legitimidad no siempre se dan la mano y en esta ocasión creo que tampoco. Lo cual en nada invalida sus resultados evidentes, desaparición de Rajoy de la escena política, y gobierno socialista monocolor de Pedro Sánchez con algunos nombres que sobresalen y otros no tanto. El bipartidismo sigue funcionando en España.

Yo creo que Sánchez tenía muchas ganas de ser Presidente, demasiadas. Y ese es su principal pasivo. Tiene que tender puentes de entendimiento desde el segundo escalón del gobierno y con premura con la mano izquierda con la izquierda parlamentaria del PSOE. Lo hará, ha compensado bien para ello las carteras de economía, mirando a Europa, y haciendo, mirando a su izquierda. Que el país le salga mejor o peor la fiesta o los días de vino y rosas es otro asunto que el tiempo, en breve, aclarará. Si puede Sánchez no convocará elecciones hasta 2020 para ganarlas obviamente. Es entonces cuando pretenderá, y es lo lógico, aplicar lo sustancial de un programa de gobierno que hoy, al menos para mí, resulta desconocido.

No voy a insistir en que el nuevo Presidente del Gobierno entra en Moncloa por la puerta de atrás porque el palacete tiene muchas y hasta un bunker antimisiles que realizó Felipe González en los dorados tiempos de la «bodeguilla».

A los ministros valencianos ,especialmente a Ábalos, les deseo suerte. Mi opinión de Montón es pública en estas mismas páginas y no ha variado: no es buena. Lleve tanta paz como deja. Al fin el Ministerio de Sanidad, de no hacer otra ley orgánica de Sanidad, apenas tiene competencias y eso logra efectos balsámicos sobre el insoportable ego de la Ministra, ya es ministra para poquitas cosas.

Podemos apoyará al PSOE si éste le permite alcanzar, que se lo permitirá, canonjías o representaciones instucionales de importancia en la administración del Estado, entes afines, o incluso el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial. Eso a mi no me alegra en absoluto y ya sé que esto es la democracia y entono el aserto como única y exclusiva justificación. No creo en una conversión social democráta de Podemos, sino lo contrario: en un calvario para el PSOE que tendrá que sobrellevar porque no le queda otra, que no es lo mismo. Podemos si puede intentará acabar con Sánchez. Que lo consiga o no es cosa de tiempos futuros aunque no lejanos.

Cabe una lectura federal de la Constitución, sí, forzando algo la interpretación del artículo dos y el termino «nacionalidades», pero cabe. Lo que no es posible es admitir una configuración confederal del Estado. Esta sí que es resueltamente inconstitucional, como la República catalana de Torra o el posible Estado Foral vaso o Estado asociado del País Vasco. Sánchez lo sabe y ahí se juega no sólo la Presidencia del Gobierno sino el porvenir entero del PSOE en unas elecciones. Su fragilidad política con un grupo tan escaso de diputados es única hasta el momento en la democracia española.

Yo le deseo al PP suerte. Y creo que Mariano Rajoy ha sabido despedirse como un caballero de la política. No es fácil despedirse, y menos con exquisita educación. El Partido Popular está obligado a renovarse y así lo hará. La generación de los 50, a la que yo pertenezco, hemos terminado nuestro ciclo político, con independencia de que el mío referido al PP y cargos públicos, terminase hace diez años. Comprenderán ustedes que uno sienta una cierta desazón, una particular melancolía en la que no hace falta insistir por obvia y creo que justificada.

El PP sigue siendo el grupo mayoritario de la oposición del Congreso, porque así lo votaron los españoles, y mayoria absoluta en el Senado. Tiene perfecto derecho democrático a ejercer esa oposición como considere oportuno. Será dura, sobre todo al comienzo, pero yo le deseo que sea inteligente y con perspectiva de futuro.

El exceso de la desmesura ya lo pago carísimo el propio Rajoy en las elecciones del 2004 que le ganara José Luis Rodriguez Zapatero. Algunos lo escribimos y firmamos. Y lo continuamos haciendo.

Sería formidable que siguiese habiendo acuerdo en los grandes del Estado entre el PP y el PSOE, sobre todo en lo que toca a la cuestión territorial. Es dificil hoy. Pero todo pasa muy rápido en política y en ese asunto la sensatez y la prudencia deben velar sus armas desde hoy como Alonso Quijano 'El Bueno' lo hizo antes de armarse caballero.

Fin de etapa, sí, y comienzo de otra en nuestra democracia. Que ha funcionado institucionalmente a la perfección. Suerte a todos. Porque ahora sí nos jugamos el futuro de nuestro país.