Desde Les Corts trabajamos día y noche por garantizar una igualdad real y efectiva, pero lo cierto es que todavía nos queda camino para poder alcanzarla. La violencia de género, las agresiones sexuales, la brecha salarial o los sexismos más cotidianos son algunos de los retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Me gustaría poner el foco hoy sobre estos micromachismos, sobre estos pequeños gestos que muchas veces no se ven, pero que son muy dañinos.

Soy síndica -sí, con a, en femenino- y, además, joven, por lo que puedo asegurar que me enfrento a situaciones que mis compañeros hombres ni siquiera se plantean. Por ejemplo, ser noticia a nivel nacional por llevar el mismo vestido que otra diputada, en lugar de serlo por nuestras propuestas o argumentos. O ser considerada «la mujer de» en el palco de unas conocidas fiestas autonómicas solo por el hecho de estar sentada junto a un secretario autonómico -con o- porque todavía no existe esa conciencia de que las mujeres podemos ostentar cargos de poder.

También son frecuentes los comentarios sobre el físico o la belleza de las políticas mujeres. No creo que tener unas palabras agradables en un ambiente distendido sea machista, pero resaltar el aspecto una política en un entorno cien por cien profesional, además de ser discriminatorio, insulta nuestra inteligencia y nuestras capacidades políticas.

No obstante, si hay un micromachismo que me preocupa especialmente es la actitud paternalista y condescendiente con la que muchos de nuestros homólogos se dirigen a nosotras. Y en esto, todos son culpables, tanto la izquierda, como la derecha. He visto cómo me interrumpían constantemente sin dejarme acabar mis argumentos, cómo se reían de mis declaraciones en debates televisados o cómo se me ha intentado dejar en ridículo en numerosas ocasiones.

En más de una ocasión, he tenido que escuchar por parte de los dirigentes hombres que quién me había escrito mi discurso, porque claro, yo soy incapaz de hacerlo. También he visto a estos líderes, pleno tras pleno, explicarme conceptos básicos de política que cualquier adolescente sabría.

Creo que deberíamos aplicar una tolerancia cero con el machismo en cualquier ámbito de nuestra vida, más teniendo en cuenta que, como representantes públicos, tenemos que dar ejemplo. Hay otra forma de hacer política y de enfrentar nuestras ideas, respetándonos como personas por encima de todo. Síndicos, diputados y políticos -con o-, ya está bien de machismo, de paternalismo y de tratarnos como políticas de segunda.