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Circo pasado por agua

Como decía Gómez de la Serna: «el que más noches de circo tenga en su haber, es el primero que entrará en el reino de los cielos». No sé lo que diría este escritor si viera cómo está evolucionando el circo en los últimos años. La característica principal de lo que se denomina «circo contemporáneo» es la búsqueda de una estética y de cierta teatralidad para expresar mejor los números tradicionales. Es el caso de «Métamorph´o», de los franceses Barolosolo, el espectáculo que sirvió para inaugurar la tercera edición del festival Tercera Setmana que está teniendo lugar estos días en València (hasta el día 17). En este caso, la originalidad estaba en la relación de los números con el agua. Por ello, lo más significativo fue el lugar donde se ubicó el montaje, en la Marina de València. Este hecho dio un ambiente especial, inusitado y seductor. También un punto de sufrimiento circense al ver a los actores lanzarse al agua en una noche fría de «casi» verano.

Dos aspectos marcaron el espectáculo: las traviesas travesías de un grupo de clowns músicos (fellinianos), y el modo de resolver las proezas físicas. Aparte de la aparición de insólitas máquinas para desplazarse por el agua, predominaron coreografías con chapoteos de agua. Una sutil comicidad ayudaba a perfilar a unos artistas anfibios. La única pega es la habitual del circo actual, la necesidad de perfeccionar la dramaturgia. Pero todo se comprende al utilizar un hábitat natural, lo que enriqueció el disfrute que provocaban las imágenes. Mirando al mar.

Otro de los grandes atractivos de la presente edición era Sueño de una noche de verano, una producción de Voadora. Tenía ganas de ver este trabajo dirigido por la iconoclasta Marta Pazo. Y una vez visto, tengo que reconocer que me defraudó. Ese es el dilema de versiones de este tipo: o entras en el juego, o no. Pues no entré; y no por ver un Shakespeare de rebajas (¿por qué contemporaneidad está unido a lenguaje burdo?), ni tampoco por el desenfadado trato al espíritu de la obra (sueños, amor, hechizos, subversión, y embriaguez de los sentidos), sino porque no percibí buen teatro, solo ocurrencias. Algunas más ingeniosas que otras, pero ocurrencias, al fin y al cabo.

El festival sigue estos días con varios estrenos valencianos. El primero, Familia real, es una creación de Cienfuegos, una de las compañías de danza más interesantes de nuestro entorno. El siguiente es Crónica de excesos, una propuesta de PTV, grupo que deja las narices y zapatones de payaso para ofrecer una obra para adultos. A ellos se une La llum del món, una recreación de pasajes de la Biblia a cargo de CRIT. No obstante, el plato fuerte es Juguetes rotos, cuyo protagonista, Nacho Guerreros, cambia su registro para adentrarnos en una reflexión sobre la identidad sexual en la España del franquismo.

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