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Cronista de un siglo

Así se le ha llamado, y con razón. Cecil Beaton, cuya obra llega por primera vez a nuestro país en la retrospectiva que ha inaugurado Photo España en Madrid, es el genio que supo recoger en su cámara desde la alta sociedad de los años 20 hasta los mitos que nos son más próximos, como Marilyn Monroe o Mick Jagger, además de captar y glorificar la moda en interpretaciones tan fulgurantes como influyentes. Bien escribió José Luis Gallero: «Todos los trenes del siglo XX nacen o mueren en la estación Beaton: por un lado los salones de la Alta Costura; por otro, la familia real británica; por otro más, Andy Warhol o Salvador Dalí».

No sólo autor de obras maestras de la fotografía, sino también como escenógrafo, diseñador de vestuario, exquisito dibujante y escritor, Cecil Beaton fue un personaje fascinante, que pareciera inspirado o inspirador de algunas de las incisivas comedias de Oscar Wilde. Un esnob es el que persigue integrarse en el círculo elistista al que aspira, mientras que un dandi, por el contrario, es quien se erige en centro de su exclusivo círculo. Este era Beaton, brillante siempre, extravagante y refinado, inventor de sí mismo, creador de imágenes para las que orquestaba inimitables ambientes especiales. Si acude de inmediato a la memoria la cautivadora atmósfera estética que imprimió como director artístico a la película My Fair Lady (por la que obtuvo un Oscar en 1964) no es menos atrayente en la serie de libros que publicó, ilustrados con sus propias fotografías y dibujos, revelándose como sutil y audaz comentarista: The Book of Beauty, Cecil Beaton´s Scrapbook, varios volúmenes de sus diarios y el delicioso The Glass of fashion, El espejo de la moda. Sus retratos -esta vez literarios- de gente famosa, desde los años 20 hasta la segunda mitad del pasado siglo (él murió en 1980) son de una observación penetrante y un afilado ingenio, difíciles de igualar. Leer cómo describe a alguna de las Nancy Cunard y ladies primisecuares, a Chanel o a la omnipotente Diana Vreeland es todo un deleite y un reflejo escrito de lo que nos dan sus imágenes. De él pudo decir Truman Capote: «Es la extraordinaria inteligencia y comprensión visual que impregna sus fotografías lo que hace que la obra de Beaton sea única. Por eso los historiadores del próximo siglo estarán todavía más agrdecidos que nosotros». Si ya en 1968 se le dedicó una primera gran exposición, a la que han seguido muchas otras, ahora es la oportunidad de contemplar más de 100 espléndidas fotografías suyas, si se puede hacer una escapada a Madrid. Si no es así, leer alguno de sus libros siempre será un auténtico placer.

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