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Un gobierno en órbita

Si el aire circula, si el oxígeno nos renueva las células, hay que tomar carrera: no hay tema tabú y será fácil demostrarlo, en cuanto dejemos de noñerías en las tertulias amañadas de techo bajo, de plañideras y aplaudímetro vergonzante.

Con un ojo en el ordenamiento territorial, otro en currículos bien preparados, Pedro Sánchez ha diseñado un gobierno cara a la campaña (o campañas) electorales que se avecinan (tres o cuatro en un solo año). Y si Pedro Duque, astronauta, o perito en lunas, va a ponerse a potenciar la ciencia (algo abandonada en los presupuestos de los últimos años) y en la universidad (tocada por el caso de los másteres a diestro y siniestro).

No durará dos años -y ni falta que hace- pero van a tener que bregar porque la primer batalla, y gorda, será la de los presupuestos y el Senado va a refrendar, mejorar o enmendar los del Congreso de Diputados, y de la mayoría que apoyó a Mariano Rajoy, solamente cinco días o siete antes, de ponerle a los pies (o pezuñas) de los caballos.

Y con las municipales y autonómicas en lontananza, que no son prorrogables, y que enfrentaran a todo el abanico de coaligados en la caída del PP de la cucaña, pero que van a preparar sus diferentes opciones, para las grandes ciudades y gobiernos autonómicos. Excepto Catalunña y País Vasco.

La hazaña del líder socialista, que lleva a una carrera meteórica de subidas y bajadas (a los infiernos y tinieblas exteriores) y que vuelve -haciendo relato épico de héroe de comic- con una jugada maestra parlamentaria, origen de toda legitimidad (Rajoy fue presidente por la abstención del PSOE, y él así lo dijo en su comparecencia en la Cope, mientras medita sobre cuál va a ser su futuro y con un ojo puesto en la catarata de sentencias que espera, sobre financiación ilegal en Valencia, en Madrid, o sobre las obras y reformas en su sede de la calle Génova, y también sobre los famosos papeles de Bárcenas, reconocidos en la sentencia sobre el caso Gürtel, que aparte de apearle pueden dejarle fuera de órbita y más allá de las estrellas y nada de padre de la patria a lo que aspira poniéndose de perfil y señalando a otros, sin dar nombre, con cuyos errores ha cargado, según él).

En cuanto se pongan a trabajar y fije el orden de prioridades, y la hoja de ruta para los primeros 100 días (plazo que la actual oposición no va a respetar, porque va a arreciar con hondas de todos los lados, izquierda, derecha y centro) van a abrir perspectivas nuevas fundadas en decisiones anteriores, por mayoría en la cámara, hasta ahora placadas por el propio Gobierno saliente que sufrió varias derrotas (y en un caso se sumo para no sufrirla).

Esto por el lado más fácil, el resto es de mayor dificultad y una es hoy por hoy imposible: reformar la Constitución de 1978. No hay consenso ni ambiente para cocer nada ni siquiera con Masterchef. Y entre los más esperado, que la ventana de RTVE se abra a algo tan sencillo como la pluralidad y deje con el culo al aire la censura que durante años se ha padecido y lo peor nos cuesta miles de millones (gesto burdo el del director general que ha firmado contratos en pocos días por 80 millones de euros: desvergüenza).

Si el aire circula, si el oxígeno nos renueva las células, hay que tomar carrera: no hay tema tabú y será fácil demostrarlo, en cuanto dejemos de noñerías en las tertulias amañadas de techo bajo, de plañideras y aplaudímetro vergonzante. La sociedad debe expresarse y no tardará en verse una cara más real y actualizada, no sin sombras ni contradicciones.

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