Greenpeace revela que, tras analizar las muestras de agua y nieve recogidas por su equipo científico durante una reciente expedición a la Antártida, se ha detectado la presencia de microplásticos y productos químicos peligrosos en la mayor parte del material analizado. Ni siquiera el océano más remoto del planeta está libre del impacto dañino del ser humano, advierte la organización ecologista, que demanda la creación de un santuario antártico que proteja sus aguas de las amenazas de la sobrepesca o la contaminación por plásticos.

«Podemos pensar en la Antártida como un desierto remoto y prístino», declara Pilar Marcos, de la campaña Proteger la Antártida, «pero es evidente el impacto del ser humano en procesos de contaminación, en el impacto del cambio climático o la pesquería industrial de kril. Los resultados muestran que incluso los hábitats más remotos de la Antártida están contaminados con residuos de microplásticos y de sustancias químicas peligrosas persistentes. Necesitamos actuar más al norte para evitar que estos contaminantes terminen en la Antártida, en primer lugar, y necesitamos además un santuario del océano Antártico para que pingüinos, ballenas y todo el ecosistema pueda recuperarse de las presiones a las que se están enfrentando».

Siete de las ocho muestras de agua tomadas de la superficie del mar contenían microplásticos tales como microfibras (al menos una pieza de microplástico por cada muestra de un litro). Además, de las nueve muestras que se recogieron con una red manta en arrastre, en dos de ellas se detectó también la presencia de microplásticos.