En el mundo hay actualmente cerca de 67 millones de personas desplazadas (forzadas a huir de su hogar por conflicto armado, desastres naturales, hambruna o crisis económica). Cerca de 23 millones tienen la condición de refugiadas (perseguidas en sus países de origen por causa de raza, religión, nacionalidad u otras), y en torno a la mitad de ellas son menores de 18 años. Los principales países de acogida son Turquía, Pakistán, Líbano, Irán y Uganda. Por continentes es en África dónde se reubica la mayor proporción de personas desplazadas en el mundo (30% del total). No es muy conocido ni reconocido que son países con rentas medias o bajas los que albergan con mayor frecuencia a las personas desplazadas y refugiadas de todo el mundo.

Muchas personas desplazadas proceden de zonas con elevadas tasas de pobreza y sistemas de salud muy precarios. Las condiciones del viaje, también muy penosas, aumentan el riesgo de que aparezcan determinadas enfermedades. Sin embargo, el estado de salud de las personas desplazadas que llegan hasta aquí es en general bueno. La salida de sus países y el largo viaje determinan un implacable proceso de selección, de tal forma que las personas más débiles y desafortunadas no consiguen llegar. Las que sí lo consiguen son en su inmensa mayoría jóvenes, y con una capacidad de resistencia extraordinaria.

Desde el 1 de enero hasta el 15 de mayo de 2018 han llegado a las costas españolas 262 embarcaciones irregulares (pateras, cayucos o lanchas neumáticas) con cerca de 6000 migrantes a bordo, una cifra enorme comparada con las 629 personas que llegan ahora a València. Todas estas personas comparten similares situaciones sanitarias y necesidades de asistencia. En nuestro país las autoridades sanitarias tienen toda la experiencia y el conocimiento necesario para atender adecuadamente a estas personas. Desgraciadamente, el éxodo dura ya muchos años y no supone ninguna novedad en términos de salud pública.

Por ello, es importante remarcar que no se sostiene con ningún tipo de evidencia la preocupación más o menos popular de que la masiva afluencia de inmigrantes pueda determinar la aparición y extensión de enfermedades infecciosas en la población local. Estas falsas alarmas suelen referirse a patologías ausentes o escasamente conocidas en nuestro entorno, a otras vinculadas con intensa atención mediática, y a otras relativamente comunes también en nuestro contexto.

Sin embargo, se ha demostrado que es más probable que las personas desplazadas sean contagiadas por la población local de algunas de estas enfermedades, como la tuberculosis, que la situación opuesta. También, otras enfermedades más o menos exóticas son más frecuentes entre los viajeros y turistas europeos que entre las personas desplazadas. Tiene también muy poco fundamento la preocupación por la extensión en Europa de algunas enfermedades que han causado epidemias muy mediáticas en países pobres. Desde luego no existen precedentes, y ello se debe en gran parte a que en estas latitudes disponemos de sistemas muy eficaces de prevención, vigilancia y/o tratamiento para estas enfermedades.

Hay que recordar también que en estudios de personas refugiadas procedentes de África se ha mostrado la frecuencia predominante de otro tipo de patologías, como anemia o déficits de vitamina D y hierro. Entre las personas africanas que llegaron a la pequeña isla italiana de Lampedusa, las causas de hospitalización urgente más frecuentes incluían atención obstétrica, fracturas e intentos de suicidio. Las necesidades de asistencia sanitaria más habituales entre adolescentes procedentes de África acogidos en Bielefeld, Alemania, eran de naturaleza oftalmológica y psiquiátrica.

Al margen de los reconocimientos sanitarios iniciales y a corto plazo que contribuyan a mejorar la situación de salud de las personas acogidas ahora en la Comunitat Valenciana, es fundamental también dignificar sus condiciones de vida y facilitarles el acceso a los programas y servicios de nuestro sistema de salud si realmente queremos proteger y mejorar su presente y su futuro, si realmente queremos prestarles alguna ayuda.