Para analizar las variaciones temporales de la cobertura nubosa, se divide la base de datos MERRA de la NASA en dos secciones, la primera, de 1980 a 1999; la segunda, de 2000 a 2017. La fracción nubosa ha disminuido en la mayor parte de las áreas continentales, algo curioso al ser las tierras emergidas las que más rápido varían su temperatura en este planeta, al parecer, sometido a un efecto invernadero galopante. La Amazonia y algunas zonas de África y Canadá serían destacadas excepciones.

El mayor descenso de nubosidad se sitúa en áreas polares, concretamente, el sector más septentrional de Groenlandia y el archipiélago canadiense, mientras que en tierras australes, se localiza en Tierra Victoria, zona bañada por el mar de Ross. El Rift Valley africano y Mongolía tienen menores valores, pero destacan fuera de las regiones polares. Por el contrario, en las áreas oceánicas es el incremento de nubosidad la tónica dominante. La excepción son los dominios, especialmente los occidentales, de los anticiclones subtropicales, destacando especialmente el Golfo de Méjico.

La potenciación de los anticiclones y/o el desplazamiento de su centro hacia el oeste podrían estar en el origen de este comportamiento. Tres regiones muestran un llamativo aumento y todas ellas tienen en común el estar controladas por corrientes marinas frías: en el Pacífico, las de California y Humboldt, y en el Atlántico, Benguela. La corriente de Canarias no mostraría este patrón tan marcado. Entre los 0-15º de longitud este, frente a las costas de Namibia y Sudáfrica, el aumento es máximo, +0,15 %. A nivel latitudinal, domina el aumento entre los 65ºS y los 25ºN, con la marcada excepción entre 20-30ºS, hogar anticiclónico, mientras que las áreas polares tienen el descenso más importante.