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El efecto llamada

Todos los momentos importantes tienen un después que en ocasiones puede llegar a estar cargado de trascendencia. Así, por ejemplo, tras la celebración de la primera huelga feminista el pasado 8 de marzo, la lucha por la igualdad de género adquirió una nueva dimensión. El paro internacional marcó un punto de inflexión a nivel mundial. Sin olvidar que de puertas hacia dentro la respuesta masiva que dimos fue un ejemplo más allá de nuestras fronteras. ¿Un efecto llamada hacia la igualdad?

Después del Aquarius, la palabra solidaridad se imprimirá internacionalmente con sello valenciano. La importancia del momento vivido estos días, debería verse superada por un nuevo impulso político que incluya la solidaridad como un principio rector a la hora de afrontar la crisis migratoria que sufre la Unión Europea. La actitud con la que hemos afrontado esta crisis humanitaria será nuestra contribución a través del ejemplo.

Resulta necesario frenar a la ultraderecha que, en algunos países, avanza considerablemente desde ciertas posiciones nacionalistas que alimentan el discurso de la xenofobia y el racismo, haciendo de la migración el eje central del mismo. Sin duda, un problema político europeo de primera magnitud. Aquarius es el punto de inflexión que clarifica las dos posturas contrapuestas: ¿Italia o España? En ese contexto, nuestro ejemplo ha sido un efecto llamada a la solidaridad: el anuncio de Emmanuel Macron ofreciendo a Francia para acoger a los migrantes del Aquarius lo constata.

Sin embargo, conviene respirar hondo y contener la emoción porque este es un asunto humanitario de mucha envergadura. Es cierto que la decisión política de permitir la entrada de los migrantes ha sido magnífica y la respuesta social excepcional. Pero estamos ante un problema que ni empieza ni acaba con el Aquarius, aunque haya sido tan relevante. Desgraciadamente, tragedias como esta se viven a diario en el Mediterráneo.

Conviene pues, llegados a este punto, solicitar la contención política necesaria para que este drama humano no entre a formar parte de la contienda partidista. El president de la Generalitat, Ximo Puig, tuvo un gesto en ese sentido con la iniciativa de no permitir que hubiese miembros de la clase política en la llegada de los migrantes, dejando la exclusividad del momento a las entidades y profesionales que debían prestarles atención. Una decisión seria y positiva que favorece la no politización de un hecho tan dramático como este. Otro ejemplo.

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