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Maite Mercado

Seguimos de luto

Tras la moción de censura que ha devuelto a Mariano Rajoy a Santa Pola, el PP hizo amago de desbloquear por fin la reforma de la dirección de RTVE y apareció la esperanza de que se acabara la manipulación en la Corporación. Los populares, sin embargo, tenían un as en la manga, el de siempre: Ciudadanos, que dio la espalda a los que hasta este martes eran sus aliados en la demanda de reforma, para unirse al PP, una vez más, y fastidiar a Pedro Sánchez y de paso a todos los ciudadanos descontentos con la situación. Con su mayoría en la Mesa del Congreso, dieron el visto bueno al borrador de concurso público que asegura al PP el control del comité de expertos para elegir a los candidatos a la presidencia. El resto de partidos se negaron a votar ese cambio en el reparto que augura meses de trámites, recursos y votaciones.

Estas rastreras escaramuzas políticas que, por desgracia, han dejado de sorprender a nadie, subrayan el gran deseo de unos por mantener la zarpa sobre la televisión pública y el mismo de los otros por quitárselo para volver a contar con un medio independiente, si nos creemos sus buenas intenciones, o para apropiarse a su vez del tesoro. El callejón sin salida llevó al primer real decreto ley del nuevo Gobierno: para la inmediata renovación provisional del Consejo de RTVE. El mandato del infausto presidente José Antonio Sánchez acababa ese mismo día y los socialistas cortaron de raíz la prevista rotación de los consejeros con el cese inmediato de todos ellos. Además se arrogaron la decisión de dar por terminadas las movilizaciones en la cadena pública ¿No se busca la independencia política? ¿Decide el Gobierno entonces lo que deben hacer los trabajadores? Tan satisfecha, la ministra portavoz anunció: «Hoy es el último viernes negro en RTVE», porque lo digo yo, nosotros, el buen Gobierno de Pedro Sánchez. De inmediato, esos profesionales de la tele se sintieron pisoteados y protestaron. No quieren dejar de trabajar para el PP para hacerlo para el PSOE, serán ellos los que decidan cuando salir del negro, cuando pueda verse de nuevo una televisión plural. La tramitación del concurso seguirá en paralelo, sin consenso y al parecer sin ninguna intención real de asegurar criterios profesionales. Los políticos se pelean por sillones para poner a sus expertos afines ideológicamente, por lo que el sistema está viciado de base y no asegura la independencia, para nada.

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