El artículo «El enigma de las nubes», de Kate Marvel, en la revista «Investigación y Ciencia» de febrero de 2018, analiza la influencia que tienen las nubes en el clima terrestre y las incertidumbres que tiene el clima global ante el cambio climático antropogénico y la magnitud del calentamiento derivado de la influencia de la nubosidad en el clima. En un día determinado las nubes cubren el 70 % de la superficie terrestre. La nubosidad baja tiene un efecto de enfriamiento en el clima, especialmente si son nubes opacas que reflejan la radiación solar, mientras que la nubosidad alta tiene el efecto contrario al clima, implica un forzamiento positivo en el mismo, la temperatura es más elevada, ya que las nubes altas dejan pasar gran parte de la radiación solar, atrapan la radiación infrarroja emitida por la superficie terrestre e impiden que se enfríe la atmósfera.

En el futuro se prevé que disminuya la cobertura de nubes bajas y que haya una migración de las bandas de nubes hacia latitudes más altas. Así, las nubes bajas que cubren Ecuador favorecen un clima menos cálido que si no hubiera estas nubes. Con el cambio climático global se prevé que las nubes altas suban de altitud y que las nubes bajas emigren desde latitudes bajas hasta menos bajas provocando un calentamiento global del planeta.

El único fenómeno climático positivo que se prevé en el futuro es que las nubes altas tengan menos hielo y más agua, lo que provocará un enfriamiento del planeta. No obstante, la investigación debe continuar en el futuro; ya que es difícil simular los efectos de la nubosidad en el clima, no se pueden parametrizar al mismo tiempo todos los fenómenos microfísicos que hay dentro de las nubes (movimientos turbulentos de las gotas de las nubes que causan la formación y disipación de las nubes en un área reducida) o simular a gran escala los movimientos ascendentes y descendentes del vapor de agua por todo el planeta porque consume demasiada potencia computacional.