«Assumiràs la veu d´un poble/i serà la veu del teu poble,/ i seràs, per a sempre poble...». Vicent Andrés Estellés (1958)

Tiempo atrás se organizó una campaña en México -respaldada por 300 organizaciones- contra los transgénicos, bajo el lema: «Sin maíz no hay país». Diez años después se completó el eslogan: «Sin país no hay maíz. El hambre no espera». Los valencianos tampoco estamos para esperar. La valenciana es una sociedad en desmantelamiento.

A la baja. Mientras se decide qué hacer, los grupos de influencia y poder -«pressure groups»- continúan por su camino. Salió por los aires el poder financiero -cajas de ahorro y bancos- autóctono, el poder económico y empresarial se atasca, el poder intelectual, cultural y lingüístico es virtual. El poder institucional, de una parte, y el poder político, de otra, erráticos, cierran el laberinto. Las alarmas suenan ante el presente y futuro de los medios de comunicación y los circuitos de la cultura. Cada día desaparece una editorial, una librería, un kiosco de prensa o una publicación periódica. No hay repuesto. Un periódico es fácil de cerrar pero muy costoso de crear y consolidar. El lector también es responsable. Cuando compras un periódico o sigues un medio audiovisual, además de invertir en ilustrarte, contribuyes a que sea posible. Eres su socio y su razón de ser. Sin prensa no hay país.

Tren o cultura. Ximo Puig, president de la Generalitat o Vicent Marzà, conseller de Cultura, por repartir responsabilidad, deberían preocuparse más por los parámetros y la infraestructura cultural y del conocimiento que por el AVE. Se demuestra que, además de cómodo y simpático, ese tren es caro, ineficiente y no tiene suficientes viajeros que lo justifiquen. Lo dice el Tribunal de Cuentas Europeo. Los españoles llevan gastados más de 81.000 millones de euros en el tren de alta velocidad para ir a destinos inverosímiles. ¿Cuántos productos culturales se podrían salvaguardar con ese dinero?

Inquieta que la urdimbre de la prensa valenciana esté pasando por sus peores momentos desde que se creó el primer Diario de València en 1790. Los medios de comunicación han padecido su calvario. Incluye la debacle de la radiotelevisión pública valenciana. Escasa de recursos y en un proceso creciente de despersonalización valenciana, concebido e impulsado durante los veinte años de gobiernos del Partido Popular, la radiotelevisión pública, se enfrenta a serias dificultades para ser viable y digna.

Servicio público. La prensa, representando a los medios de comunicación, es un servicio público prestado por empresas privadas, que únicamente pueden ejercer ellas. La prensa de partido o como operación política se invalida a sí misma y carece de credibilidad. De tal forma que, los periódicos, para no caer en manos de los grupos de presión económica y evitar ser utilizados por agentes espurios,-al margen de los intereses de la sociedad- necesitan apoyo de las administraciones públicas. Es obligación de las grandes corporaciones empresariales y financieras, de las instituciones y de las administraciones públicas, respaldar la existencia de los medios de comunicación, para defenderlos de grupos de presión ideológica, confesional o financiera. Una forma de apoyar se canaliza por la publicidad institucional que, además de difundir mensajes de interés, aporte los medios económicos de subsistencia que liberen a periódicos y emisoras, de anunciantes que condicionan la libertad de expresión y la objetividad del medio. Los presupuestos destinados a publicidad institucional, además de atender a la necesaria información sobre las campañas de interés general, no son gasto, sino inversión de fondos públicos en defensa de los derechos de los ciudadanos. Estas decisiones deben tomarse mediante criterios objetivos de distribución, difusión, control de tiradas y lectores, así como en cumplimiento de los requisitos que marcan los organismos oficiales.

Escribir es poder. Si Jorge Semprún sentía devoción por el poder de la escritura, George Orwell recordaba que «en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario». El proceso creativo exige inteligencia. La prensa valenciana tiene dos misiones que cumplir: atender a la necesidad informativa de su público potencial y ejercer a modo de caja de resonancia e influencia de los intereses valencianos hacia el exterior. En el ámbito del Estado español y en el concierto internacional. La Comunitat Valenciana ha de ser respetable e influir de acuerdo con su peso específico.

Prensa y democracia. El País Valenciano, a lo largo de la historia, ha dado a luz una red de medios, con cabeceras de diferentes afinidades, que han canalizado la pluralidad de la sociedad valenciana, tal como ha de ser reconocida. Un periódico es al mismo tiempo agencia de información, oficina de documentación, foro político o literario, una fábrica y una encrucijada comercial. Obligación y responsabilidad de todos es preservar sus valores y reafirmarlos, como garantía de futuro democrático. Sin periódicos libres no hay democracia y sin prensa no hay país.