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Obras públicas

Las obras públicas, por sí mismas y con independencia de su necesidad y oportunidad, no crean ninguna riqueza, salvo para la constructora, que puede tener sus oficinas en Brasil y su domicilio fiscal en Panamá. Eso sería como sostener que la legalización del asalto a los bancos produciría una redistribución de las rentas. Asaltar bancos puede parecer una buena idea, pero cuando llegásemos nosotros, los no profesionales, es posible que sólo encontráramos un sillón reclinable, un cartucho de calderilla o una serigrafía de Mompó. O de Ripollés. Con suerte.

Bruselas nos ha dado un toque de atención porque sorbemos los presupuestos comunitarios para trenes de alta velocidad (rigurosamente mal vigilados) con tanto ahínco como el mamoncete que se agarra a la teta. Creo que nos han pillado chupando por dos, o por tres, porque no es normal que teniendo menos población que Francia y mucha menos producción que Alemania, tengamos más kilómetros de AVE: ni aún contando a los turistas a quienes tratamos de impresionar con alardes de rústicos (para alardes tecnológicos los del Valentia, el vehículo de hyper looping diseñado por nuestra Politécnica que levita en un tubo de vacío y puede poner a París, Copenhague o Moscú tan cerca como Massamagrell en metro).

Levante-EMV reflejó un estudio de expertos encabezados por Joan Romero que cuantificaba en 6000 millones de euros las pérdidas por obras, innecesarias o con sobrecostes, sólo en la Comunitat Valenciana. En España. las pérdidas serían de 80.000 millones, un tercio del total derrochado en líneas de AVE de nula rentabilidad social. Ahora que se habla del túnel pasante, del acceso norte, del by pass ferroviario, del corredor litoral y de tantas cosas, es de toda oportunidad referirnos a los tres rasgos de la buena obra pública: bien dimensionada, económica y de poca repercusión en el entorno. Habrá que vigilar porque a la ministra Carmen Calvo, cuando era ministra de Cultura de Zapatero, se le triplicó, como por ensalmo, el coste de la ampliación del museo del Prado.

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