El verano perfecto en nuestro territorio mediterráneo es aquel que no resulta muy caluroso y con pocas noches tropicales. Este año los modelos estacionales, esos que son tan criticados, a veces con razón, pero que cada vez ajustan más sus resultados, están señalando un trimestre próximo de este tipo. Tras los veranos de 2016 y 2017, que resultaron muy cálidos, tórridos en algunos momentos, los modelos de predicción estacional de diferentes agencias meteorológicas señalan un verano no muy caluroso en nuestro país, e incluso con lluvias un poco por encima de lo normal en las regiones del norte peninsular.

Este año está siendo un poco singular en los mecanismos de circulación atmosférica en el hemisferio norte. El desarrollo del calentamiento súbito en la estratosfera sobre el polo norte ha traído consigo alteraciones en la circulación general del oeste, por una intensificación de los procesos «meridianos», que tanta inestabilidad han supuesto para la península Ibérica. Y esta alteración todavía manifiesta algunos coletazos en estas semanas finales de primavera y comienzos de verano. Si, lo sé, en septiembre cuando hagamos balance igual tengo que arrepentirme de este artículo, pero vengo señalando desde hace tiempo que este producto meteorológico es cada vez más demandado por la sociedad, para la planificación de actividades y de la propia economía, y ofrece unos datos cada vez más rigurosos. En las ciudades de la costa mediterránea, de todos modos, no podremos lanzar muchas campanas al vuelo. El desarrollo de noches tropicales de aquí a septiembre será algo habitual y aunque a mediodía no suban tanto las temperaturas, nos acordaremos de estos modelos estacionales y de su pronóstico de un verano poco caluroso, por la noche. No todo podía ser tan perfecto, especialmente porque nosotros somos los causantes de esta subida de temperaturas nocturna y del calentamiento del Mediterráneo occidental y no hacemos casi nada para solucionarlo.