Durante casi dos décadas he colaborado en la elaboración de esta columna dedicada a la meteorología. Los primeros cuatro años como periodista ambiental en Levante-EMV y los siguientes catorce, como colaboradora de este diario. Este mes se cumplen veinte años de mi entrada en la redacción principal del periódico valenciano que ha sido mi casa, mi escuela en el oficio del periodismo y mi faro en mi especialización periodística en medio ambiente. Tengo que agradecer enormemente la iniciativa de Pedro Muelas, quien como director del periódico creó esta sección de divulgación del clima cuando el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas todavía elaboraba el tercer informe mundial sobre el calentamiento global. Además del apoyo del redactor jefe de la sección de Comunidad Valenciana, Miguel Ángel Sánchez, y de Julio Monreal, actual director del diario, quienes no solo han promovido la información ambiental y sobre el clima, sino que siempre me han exigido el ejercicio de un periodismo de calidad, rigor y proximidad. Y, al mismo tiempo, valorar la magnífica coordinación por parte del redactor jefe de Cierre, Vicente Pérez, de este comentario que se ha publicado en diversos periódicos del grupo Editorial Prensa Ibérica, además de la inestimable compañía de los colegas de columna, algunos de ellos, auténticos maestros, como Jorge Olcina, Pepe Sierra o Vicente Aupí. Han sido casi dieciocho años siguiendo diariamente los fenómenos atmosféricos, las curiosidades de la meteorología, los impactos de los diversos agentes en la biodiversidad y el territorio, los efectos y los pronósticos del cambio climático, todo ello con la colaboración de diversas fuentes de información a quienes también agradezco su implicación, entre ellas, la Aemet en València. Una vida dedicada al tiempo. Una ventana que debo dejar, con mucha tristeza, pero que sigue abierta gracias al compromiso de Levante-EMV y a la dedicación de todos los compañeros.