Estos días se realizan las oposiciones para profesores del sistema público de educación y en la primera semana de julio se concentraron propuestas de renovación pedagógica, como el referente histórico de les Escoles d´Estiu.

Allá por los años sesenta del pasado siglo, la ilustre pedagoga de La Font de la Figuera Raquel Payà, comentaba que era frecuente encontrar profesores que hicieron tanto esfuerzo para aprobar las oposiciones, que pasaron el resto de su vida profesional descansando del esfuerzo realizado. Esto puede explicar que haya profesores que consideren que ya alcanzaron la formación suficiente para el resto de su vida. Como si el mundo y los saberes no fueran cambiando. Lamentablemente, esta situación también se da en otros profesionales.

Existen profesores que hicieron un gran trabajo el primer año de docencia y fueron repitiendo curso tras curso aquellos saberes e incluso los mismos apuntes que cada vez eran más amarillos. Tuvieron muchos años de docencia, pero cada curso iban repitiendo lo mismo.

La formación inicial y permanente del profesorado son dos asignaturas pendientes en nuestro sistema educativo que lo condicionan. Dice García Roca que «se han invalidado saberes preexistentes y se necesitan estrategias nuevas para abordar nuevos contextos».

De la misma manera que un buen dentista no ignora en su quehacer profesional que existen los implantes dentales, resultado de laboriosas investigaciones previas, un buen profesor no puede olvidar que, aparte del libro de texto y del manual, existen avances científicos para una educación eficaz, que existen evidencias científicas que todo profesional de la educación debe conocer. Un referente de lo que decimos pueden ser las comunidades de aprendizaje, el aprendizaje dialógico y las actuaciones educativas de éxito.

Giroux, en su libro ´Los profesores como intelectuales´ nos dice que frecuentemente «los profesores quedan reducidos al papel de técnicos sumisos que ejecutan las instrucciones de los manuales al uso». Ser profesor es mucho más que todo eso.

Desde otra perspectiva, si no es razonable juzgar comportamientos profesionales de ayer con los saberes de hoy, tampoco podemos admitir y ser tolerantes con aquellos profesionales inmovilistas de hoy, que siguen anclados en actuaciones obsoletas del pasado, como si el conocimiento del mundo no fuera cambiando.

A lo mejor habría que ir recuperando aquella utopía de los años sesenta del pasado siglo, del Cuerpo único de enseñantes, para una auténtica renovación pedagógica en una universidad abierta, dinámica y solidaria del profesorado en activo, para todas las etapas educativas. Posiblemente el Seminario A muscles de gegants, de València y colegios como el Sant Vicent de Llíria o el Santiago Apóstolde València,entre otros,puedan ser referentes entre nosotros de lo que hablamos.