Los memes han proliferado como setas en el bosque, tras las últimas declaraciones de la ministra de Igualdad, Carmen Calvo, respecto a la reforma del Código Penal en el tema de la violación, bajo el argumento de que «si una mujer no dice sí expresamente, todo lo demás es no». De hecho, ya hay quien ha hecho circular hasta formularios ficticios con el membrete del Estado y todo, para que la mujer deje constancia de su consentimiento cuando vaya a tener sexo con un hombre.

Sorprende que la ministra se haya metido en corral ajeno, en vez de dejar que la de Justicia, Dolores Delgado, se pronunciara al respecto al estar, sin duda, más cualificada que ella desde el punto de vista técnico jurídico, como fiscal que es de profesión. Zapatero, a tus zapatos? ¡Huy!, en qué estaría pensando yo, que hay quienes están queriendo revivir al susodicho, aunque pocos lo echáramos de menos. Todo el mundo se cree que sabe de Derecho, aunque no haya leído ni los primeros artículos del Código Civil, y así pasa lo que pasa, que se incurre en dislates efectistas, pero poco realistas. Es cierto que no deja de ser la portavocía del Gobierno un modo de difundir la propaganda y en eso Calvo se las pinta sola de maravilla.

No puedo estar más en desacuerdo tanto con el trasfondo como con la forma de lo anunciado por la ministra. El trasfondo, porque no es prudente legislar en caliente tras el caso de la sentencia de «La Manada», como se deduce al ser precisamente ella quien haya hecho el anuncio y de la manera que lo ha hecho, sino que legislar ha de ser fruto de la reflexión serena. Es además oportunista y pretende mover a un electorado feminista sensible con este caso, que por otra parte tiene tantas aristas y es tan difícil, subiéndose al carro del #Metoo. Es claro que un no es un no, señora mía, aquí y en toda tierra de garbanzos, pero entre el sí y el no hay una infinidad de grises, en cuya casuística no es posible meterse desde la norma positiva, puesto que además puede atentar contra la libertad individual. Parece ignorar que hay quien juega a decir que no, aunque en realidad esté diciendo por otros modos de comunicación no verbal que sí, lo que entra en el terreno de la seducción. Mientras medie el respeto a la dignidad y libertad individual, cada cual ha de poder hacer de su capa un sayo. Pues no faltaba más.