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Agua, sal y fósforo

A l´ Albufera, que es toda agua con alguna cosa (que diría Rajoy), le falta agua, quién lo iba a decir, pero es así, de modo que en el pulso que mantiene con el mar se ha vuelto salobre y en su agonía -agonía significa lucha- lanza alaridos en forma de bandadas de flamencos (decía Ernst Jünger, con notoria alegría germánica, que la belleza siempre está asociada a fenómenos de descomposición). El caso es que el agua que tenía que llegarle a la Albufera por el brazo diestro (mucho más robusto que su zurda) se queda en los regadíos ilegales a ambos lados de la raya con Castilla, en el alto Júcar, y aquí no llegan sino caudales escurridos. En el corredor mediterráneo no corre el aire. Ni el río.

Somos un viejo imperio al que, cuando se le acabó el oro, siguió prometiendo el agua que no tenía. Y desvistió un santo, con toda la barba, el hábito, el cayado y el aura, para tener tres santos en tanga, lo que no parece muy procedente. Agua para todos y grandes competiciones del deporte del motor. Levante-EMV nos contaba que de las cuatro depuradoras que Bruselas subvencionaba generosamente (el 25%) sólo se construía la de Bétera, la de Cheste tenía proyecto y las de Almoradí y Villena, ni eso. Lógico, estábamos muy ocupados quemando rueda. Ahora hay que rematar las depuradoras a toda prisa para no perder las subvenciones.

El mismo barranco de Cheste y Chiva que pasa antes por Buñol y después por Torrent, es el que desemboca en l´Albufera. No es que le llegue mucha agua, pero si es poca, al menos que sea depurada.

Basta fijarse en los nombres de los pueblos agraciados con depuradora para saber que no es la Amazonia: agua, poca. Dicen que los chinos ya han creado un arroz resistente a la sal. Ahora sólo le falta el gen del pimentón y tendremos la paella medio hecha (en Sueca le ponemos pimentón, sí). Mientras tanto, la Fundación Assut que vela por l´Albufera con pocos medios pero mucha imaginación ha celebrado su Festival Amfibi con cine, música, cant d´albaes y un coloquio sobre El desentierro que se rodó entre los arrozales. Si hemos de morir, fosforezcamos.

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