Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tragedia y mus

Después de siglo y medio de España como problema y como dolor (de alma), no es fácil quitarse del vicio. La cosa empezó con Larra y siguió con asuntos de cabileños e invertebrados, de laberintos y regeneraciones, de Ortega, Unamuno y los demás (entre los demás había una buena porción de hispanistas dispuestos a aumentar el espesor de nuestro torturado narcisismo). Sin embargo no hace tanto que, en España, Cataluña y el condado de Treviño, el primer deporte nacional era la recalificación de terrenos y la especulación inmobiliaria (vuelve a serlo). O sea el cultivo de la ganancia y la toma de posiciones de ventaja, la libertad, el divorcio y el Audi, una cosa muy vulgar, europea y reconfortante. Hasta que se destaparon las esencias a cuenta, con o contra el procés.

No padecemos ningún tipo específico de tragedia nacional, lo siento, sé que defraudo no pocas expectativas, y al lado de la historia de Polonia o Alemania, la nuestra es casi una siesta del borrego en un jardín zen. Está el efecto residual de varios siglos de literatura apocalíptica que queda muy bien en los titulares (que es lo único que leen los apocalípticos). Dicen, sin pedirle permiso a Portugal, que somos la nación más vieja de Europa. Se nota: hay mucho en nosotros de ancianos cabreados, el bastón en alto frente al telediario de la tres enrojecidos de furia ¿Hipertensión? No, «sectarismo y pulsión tanática» según vio el escritor Fernando Iwasaki al llegar a España, y eso que eran los ochenta y ya andábamos bien follados.

¿Y todo esto tiene algún corolario práctico? Pues sí. Aunque Pedro Sánchez y su socialismo creciente hayan tenido un efecto entre analgésico y relajante, gracias, conviene no amontonar los asuntos y proyectos, garantizar la pluralidad de los medios públicos y volver a las elecciones para conocer el peso de cada cual. También se puede practicar la pesca saltarina en caladeros variados, hoy la memoria histórica, mañana las chicas abusadas, a ver si tacita a tacita, por los lances naturales del juego, el grumete deviene capitán. Pero la política sólo se parece al mus, no es el mus.

Compartir el artículo

stats