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El nuevo PP que emana del viejo

Hoy sábado, los compromisarios del PP escogerán entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado para determinar quién sucede a Mariano Rajoy. Ha sido un proceso rápido, sorprendente y, previsiblemente, traumático para este partido, que no hace ni dos meses gobernaba en España (y a lo sumo se especulaba sobre si Rajoy se presentaría a una reelección lejana en el tiempo), pero ahora ha de renovarse a toda prisa.

Dicha renovación ha ido más allá de lo que posiblemente esperaban casi todos sus militantes. De entrada, el PP ha renovado a su militancia por la vía de los hechos. Ahora sabemos que el PP no tiene casi un millón de militantes, sino casi cien mil; los demás son militantes durmientes, a lo sumo, que no pagan cuota y en su mayoría quizás ni siquiera sepan que militan en el PP: ¡tal vez usted, o yo, seamos militantes del PP, y no lo sepamos!

Ha renovado, sin duda, su sistema de selección de liderazgos, que ya no se basa en el clásico dedazo (de Manuel Fraga a José María Aznar, y de Aznar a Rajoy), sino en un proceso de primarias a doble vuelta, la primera por sufragio entre los militantes reales y la segunda según el voto de los compromisarios. Y lo ha renovado mucho más de lo que esperaban en el PP, donde todos pensaban en una transición plácida de gallego a gallego (de Rajoy a Alberto Núñez Feijóo), y a lo sumo escoger entre dos depositarias del postrajoyismo (Santamaría y Dolores de Cospedal).

Pero en el medio se ha colado Casado, un candidato claramente beneficiado en el voto de la militancia por constituir el único candidato que implicaría cierto grado de renovación, o lo que en el PP entienden por tal: alguien más joven y menos vinculado, por tanto, con la etapa negra del aznarismo y de Gürtel... que, sin embargo, es apoyado a muerte por el aznarismo, y por ello se ha pasado la campaña electoral ubicándose más y más a la derecha. Una estrategia muy mala para recuperar votantes, pero quizás eficaz para apelar al tierno corazón de los compromisarios.

Parece mejor candidata Sáenz de Santamaría, con más transversalidad, más capacidad de recuperar apoyos en el centro político; un perfil más amable que el de su rival; sobre todo, que el de este Casado, que si lo miras de refilón casi parece que le está saliendo un bigote aznariano. Pero me parece más probable que Pablo Casado se haga con el triunfo, porque ha sabido concitar voluntades diversas en el PP, frente a Soraya Sáenz de Santamaría, vista por muchos como una advenediza que no es PP pura raza, para entendernos, ni ha militado toda su vida en el partido, ni se ha preocupado hasta ahora de la política interna del PP ni de sus problemas, ante los que siempre se puso de perfil.

Gane quien gane, esta renovación constituye una muy mala noticia para un partido: Ciudadanos. El perenne desgaste del PP, con Rajoy, mezclado con el impacto de la crisis catalana, habían ubicado a Ciudadanos en el mejor de los mundos posibles: a la derecha del PP en el tema territorial, pero garantizando al mismo tiempo un perfil más moderno y más limpio que el del PP rajoyista. Un perfil que podía resultar atractivo también para algunos votantes del PSOE para los cuales la cuestión territorial ocupa el centro de sus inquietudes políticas.

Sin embargo, los últimos dos meses están plagados de malas noticias para Ciudadanos. Primero, la llegada al poder del PSOE y la configuración de un Gobierno mucho más centrado de lo que la mayoría esperaba, plagado de estrellas del centro político, ha propiciado un trasvase de antiguos votantes del PSOE desde Ciudadanos hasta los socialistas; es decir, una recuperación de posiciones. Ahora, la renovación del PP y su pérdida del Gobierno son, en sí mismas, malas noticias para Ciudadanos, cuya estrategia consistía en esperar a que el PP, con Rajoy al frente, siguiera desgastándose en el Gobierno. En cambio, tendrán que luchar por el espacio político del centroderecha o bien contra Sáenz de Santamaría (que les disputará el centro político) o contra Casado (que les cerrará el camino de la derecha). En cualquier caso, Ciudadanos verá achicados sus espacios.

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