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El beti Jai Vasco y el Pelayo valenciano

En 1868 se inauguraba el Trinquet situado junto al Tiro de la Gallina, con la participación de una banda de música y del mismísimo alcalde de la ciudad. Jugaron las primeras figuras de la época, y el recinto, propiedad del empresario Benet, se convirtió en lugar de reunión de las gentes aficionadas al deporte más popular del siglo XIX y de todos aquellos amantes del juego y de la diversión. Se trata de uno de los recintos deportivos en uso más antiguos de Europa. Toda una joya de la herencia cultural que supone el Joc de Pilota. Este año se celebrará el 150 aniversario.

En 1893 se inauguraba en el barrio de Chamberí de Madrid el frontón Beti Jai, donde los grandes de la cesta punta se anunciaban diariamente. Como juego de pelota estuvo en activo hasta 1919, tiempos en los que el fútbol y el boxeo empezaban a desplazar a la pelota del alma de las gentes. El Beti Jai fue en los años cincuenta taller de reparación de la Citröen. En 1997 fue comprado por una sociedad vasca, pagando 2,3 millones de euros. Posteriormente por otra empresa privada. En 2008 se constituyó una Plataforma de Apoyo al Beti Jai, integrada movimientos ciudadanos, gente del deporte vasco, de la UNESCO y prestigiosos arquitectos. Consiguió que esta instalación fuese declarada Bien de Interés Cultural por el Ayuntamiento de Madrid en 2011. Un año antes se iniciaba el proceso de expropiación. Se pagaron siete millones de euros. En estos momentos están muy avanzadas las obras, de remodelación y acondicionamiento de una instalación singular, a cargo de la administración municipal. La inversión ya supera los cuatro millones de euros. Se ha abierto un concurso para la gestión privada de esta instalación. Se pretende que el frontón no sólo sirva para recuperar todos los juegos de pelota, -mide más de 60 metros de largo por veinte de ancho-, sino que se abra a actos culturales de todo tipo y a un uso social. En pleno centro de Madrid, una de las joyas de la arquitectura deportiva española revive por el decidido empeño y el coordinado trabajo de la sociedad civil y los dirigentes políticos de todo signo.

El Ayuntamiento de València acaba de otorgar la medalla de oro de la ciudad al Trinquet de Pelayo, en reconocimiento a su siglo y medio de vida. Todo un detalle que el mundo de la pilota agradece. A punto de comenzar los actos conmemorativos de este aniversario, el Trinquet de Pelayo existe, remodelado y acondicionado al siglo XXI, gracias a la iniciativa personal, única e intransferible de un aficionado, mecenas valenciano, José Luis López, que compró su propiedad, se gastó más dinero en su rehabilitación y ha conseguido ponerlo en la agenda cultural y turística. Así es que, guste o no guste, aquí el mérito corresponde a una persona. Los demás, al menos de momento, sólo se han dejado ver en fotografías diversas, palabras y promesas que suelen salir gratis.

La comparación entre el proceso de rehabilitación del Beti Jai madrileño y la del Trinquet de Pelayo refleja, en cierto modo, las diferencias entre la manera de entender la grandeza de este deporte entre vascos y valencianos. Nada nuevo. En el deporte, y en casi todo.

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