Los manuales de climatología afirman que las depresiones normalmente están asociadas a un tiempo inestable, con grandes precipitaciones, mientras que los anticiclones implican un tiempo estable, con cielo despejado o nieblas y nubes bajas. Pero hay una zona extensa de España donde esta teoría no se cumple. Con presiones elevadas en superficie se producen aguaceros torrenciales en la fachada mediterránea cuando se cumplen dos condiciones: los vientos son de componente marítimo y existe la presencia de una gota fría o una DANA.

Asimismo es importante destacar que también hay otros factores que actúan de forma sinérgica a la hora de generar lluvias intensas. Un factor es la elevada temperatura del mar, por eso la mayoría de aguaceros se producen en otoño. Pero últimamente se han observado aguaceros torrenciales en el levante peninsular con temperaturas bajas del agua marina. Así, en el mes de marzo de 2018 la ciudad de Alicante sufrió inundaciones por efecto de una lluvia torrencial. El factor que desencadenó ese chaparrón fue el gradiente térmico vertical elevado que se observa entre la temperatura muy baja a niveles medios y altos troposféricos y el agua del mar relativamente más cálida. Por lo tanto, la predicción de aguaceros torrenciales no puede obviar este factor.