Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los persas, los escitas y el congreso

Varios siglos antes de Cristo, Darío, rey de los persas, tuvo la ocurrencia de conquistar el mundo conocido en su época y con un ejército de setecientos mil hombres se adentró en la estepa rusa en busca de los escitas, una especie de confederación de pueblos precursores de la Unión Soviética. Darío construyó puentes sobre el Bósforo y el Danubio para adentrarse en los territorios donde sucumbieron veinte y pico siglos después las tropas de Napoleón y las de Hitler. Los escitas nunca se enfrentaron directamente al poderoso ejército invasor y fueron la estepa y el frío las que obligaron al rey persa a batirse en desesperada retirada. Los jinetes rusos de la época se adelantaron para hablar con los jefes del pueblo jonio, dominado por los persas, a fin de que tuvieran a bien derribar el puente sobre el Danubio y así envolver a Darío y masacrarlo. De esa manera, los jonios recuperarían su libertad. Propuesta que fue avalada por Milcíades en la asamblea de jefazos jonios con general entusiasmo y la promesa a los escitas de que el puente sería derribado. Pero llegó la cabeza pensante de Histieio de Mileto: «Cada uno de nosotros, jefes en nuestras ciudades, debemos nuestro poder al poder de Darío. Si arruinamos su poder ninguno de nosotros puede garantizar que no será arruinado el nuestro?». Apenas terminó de hablar Histieo cuando todos cambiaron el sentido de su voto.

Hemos asistido estos días al congreso de un partido político. Y he pensado quién hacía el papel de los escitas, el de los jonios, el de Milcíades, el de Histieo y el de Darío. La historia de este congreso, como la de todos los que la vida política produce, no deja de ser la repetición de los comportamientos humanos que nos contó hace siglos Heródoto, el griego. Ambición de poder, deseo de conquistas, y sobre todo, la poderosa razón del cargo. Las palabras de Histieo de Mileto seguro que han resonado en más de uno de los compromisarios que han dudado entre uno y otra. Solo que en esta ocasión, la falta de un poderoso Darío ha convulsionado más las neuronas de quienes emiten su voto pensando en su cargo. Hace dos mil quinientos años, el programa de promesa de libertad fue derrotado por la propuesta de asegurar el pesebre.

Compartir el artículo

stats