Hace unos minutos he podido leer en un medio de comunicación de la provincia de Alicante que se ha registrado un nuevo caso de picadura de carabela portuguesa, en este caso en el Cabo de Santa Pola. Nada más conocerse este incidente, de nuevo el miedo y la precaución se ha extendido entre los alicantinos, foráneos y hosteleros. Buscando más información, no he podido encontrar una foto de la carabela portuguesa (recordemos que es un ejemplar que es muy llamativo) y algunas personas de la zona me comentaban que sí que se habían avistado numerosos claveles de mar, una especie típica de nuestra zona y cuya picadura es muy dolorosa. Además, es muy complicado que las carabelas portuguesas puedan aguantar en unas aguas que ya superan los 25ºC.

¿Hasta dónde estamos llegando? A ver si ahora resulta que todo lo que nos pique en el mar este verano lo vamos a atribuir a esta falsa medusa. Ya basta de desinformar o alarmar de forma injustificada, sólo sirve para provocar miedo y confusión, y además hace mucho daño al turismo, el motor económico de nuestra zona, y especialmente a aquellas zonas situadas a orillas del mar.

En los últimos 110 años han muerto, que se sepa, sólo 4 personas por picaduras de carabelas portuguesas, mientras que según el, de 1890 a 1999 se han producido 37 ataques de tiburón con lesiones en el Mediterráneo, de los que 19 fueron mortales. Sin ir más lejos, han muerto 3 personas en la última semana en Galicia por picaduras de avispas. Y aún hay quien califica a las carabelas como seres letales.

No digo que haya que ignorar a las carabelas portuguesas, pero tampoco hay que irse al extremo contrario.

Después de lo que ha sucedido este año, es una buena ocasión para informar a la población y mejorar la gestión de estas situaciones problemáticas por parte de la Administración. Desgraciadamente, se ha perdido la tradición y el respeto por el mar, que para muchos es simplemente una piscina grande con olas.