A poco que me sigan en esta columna, ya pueden conocer algunas de mis pasiones. Dos de las principales se complementan: la geografía y los viajes. Por si fuera poco, la primera paga las facturas incluidas las de los viajes. Cuestiones pecuniarias, tan necesarias como despreciables, no hay mejor tratado de Geografía que viajar. Con el complemento del conocimiento teórico, nada como la observación y la experiencia directa para asimilar el tremendo acerbo geográfico. Intenten memorizar algunos de los más famosos fiordos noruegos: Lysefjord, Sognefjord o Geirangerfjord. Una visita a estos imponentes paisajes y nunca los olvidarán, ni nombre ni paisajes. Este año mis derivas también me llevan al norte, a los países del Báltico, en un doble periplo. El primero, por tierras de Finlandia y Suecia, incluye parques nacionales (Leivonmaki, Isojarvi), las islas Aland o ciudades (Helsinki, Rauma, Estocolmo). A nivel climático, nos adentramos en un territorio muy poco variado. Recuerden de otras columnas: las latitudes más centrales se acompañan de una gran riqueza climática, que se va diluyendo en dirección a los polos. Apenas cinco climas, según la clasificación de Köppen, aparecen en los dos países escandinavos. Son poco más de 780,000 km2. España y sus 500,000 km2, albergan ¡¡¡23!!! La mayor del territorio fines corresponde al Dfc, un clima continental, sin estación seca, y con verano corto y frío, circunstancia que, este año, no se está cumpliendo. Solo la costa sur y oeste cambia a un verano cálido, el Dfb. El bajo relieve restringe, aún más si cabe, las opciones climáticas. Algo más grande, mayor extensión hacia el sur donde roza los 55ºN y con los Alpes Escandinavos, Suecia presenta cuatro climas. No muchos más. Surge el oceánico y dos variedades polares.