Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El arte de cenar

Aunque prefiero las que se escriben, no exactamente solas pues te llevan de la manita, algunas columnas hay que escribirlas. El grafitero Elías Taño vio como le borraban dos de sus murales, uno por error; el otro, en ejercicio de la crítica de arte de brocha gorda. Prefiero la crítica de arte profesoral que no recurre al brochazo, aunque sea igual de incomprensible. El motivo del rechazo plástico es político, claro. Alguien de Ciudadanos ha aplaudido la destrucción de los murales, por parte de algún homínido en franca regresión, porque «sus ideas dividen». Todas las ideas dividen, querido, porque delimitan una realidad o un problema. Por eso, junto y contra las ideas, están el sentimiento y la compasión.

La yema o germen del mural es la sentencia contra un grupo de mastuerzos de Alsasua que insultaron y agredieron a unos guardias civiles que cenaban como personas. La verdad es que a mi me fastidian ese momento delicioso de duda -¿lo pediré? ¡no lo pidas!- entre el segundo plato y un buen tiramisú, y soy capaz de matar. La macarrada tenía inspiración política: son partidarios de la salida de la Guardia Civil del País Vasco y Navarra. Pero, hombre, sin empujar, con más método y sosiego y no gruñendo amenazas y dando puntapiés en los tobillos. Dicho eso, considero que la sentencia de la Audiencia Nacional es desmesurada: una bronca con agresiones, lesiones leves y odio no merece más reproche jurídico que un homicidio o una violación, a no ser que entre las atribuciones de los jueces esté el derecho a escarmentar. Y no hay terrorismo sin terror. Ni rebelión sin armas.

Estoy un poco harto de liberadores de naciones de los que cenan dos veces (como los falangistas que conoció Llorenç Villalonga en Mallorca) y luego no respetan la cena única de los demás, el nacionalismo vasco sólo es un caso peculiar del español y el único concierto vasco democráticamente sostenible es el del Orfeón Donostiarra ¿Qué si me gusta el mural? El autor es joven y además de denunciar cosas, quizás algún día descubra la belleza de una duna o de la imprescriptible sonrisa del gato.

Compartir el artículo

stats