El recurso hídrico es indispensable para la vida, y su correcta gestión y planificación por parte de las diferentes administraciones es imprescindible no solo porque la sociedad la necesita para su correcto funcionamiento, sino porque en épocas de sequía la falta de caudal de los ríos y arroyos puede provocar graves efectos en la naturaleza, así como una pérdida de la calidad del agua.

En España se ha producido una disminución en las últimas décadas del consumo doméstico del agua gracias a la concienciación de la sociedad de que el ahorro es necesario. Este descenso del consumo del agua para usos domésticos ha tenido una repercusión positiva en la disponibilidad del agua para el conjunto de la sociedad, ya que la mayor parte del consumo del agua la hace el sector agrícola, tipo de consumo que se ha incrementado. Esto se debe a que a pesar de que se han optimizado los sistemas de riego se han extendido las áreas de regadío.

Es importante que el campesinado no amplíe las áreas de regadío en zonas de climas seco puesto que esto provoca una sobreexplotación de los acuíferos que resulta negativa no sólo para la sociedad, porque incrementa la posibilidad de sequía hídrica, sino también porque tiene repercusiones dañinas en los ecosistemas naturales y la biodiversidad.