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Matías Vallés

El Rey se entiende con Esquerra Republicana

Tal vez Baltasar Picornell ha infringido la cláusula de confidencialidad de las audiencias regias, o tal vez el Rey era consciente de que un dirigente de Podemos airearía su manifiesto en pro de la reconciliación catalana. Con el presidente del Parlament balear de portavoz, el monarca podía matizar después la transmisión de su oferta de diálogo. Felipe VI tiene mucha plana que enmendar. El desmedido discurso del Rey contra Cataluña del pasado tres de octubre se anuda al desafortunado mensaje navideño de idéntico cariz, por no hablar de la intervención ante el Foro de Davos contra los catalanes en pleno, a raíz de "un intento de socavar las reglas básicas de la democracia". No existen precedentes de la descalificación integral y sistemática de una parte del territorio, a cargo del Jefe del Estado que lo abarca. Entre otras cosas, porque la enmienda a la totalidad empieza agraviando a los habitantes de esa región que simpatizan con el Estado en cuestión. Cataluña no solo se mide en los dos millones de personas que no quieren ser españolas, sino en otros dos millones que se sienten españolas pero no quieren dejar de ser catalanas, véase votantes de Ciudadanos y PSC. Puede asumirse que los cuatro dignos diputados del PP sobre 135 representan a los votantes catalanes que ansían ser solo españoles. El Rey se distanció de la Cataluña que no tiene ningún problema con España. El monarca alega que hablaba por boca de Rajoy, y que al PP le interesaba mantener el conflicto en llamas. A propósito, una rebelión que en una década ha provocado menos incidentes que una jornada de huelga del taxi en Barcelona. Felipe VI recurre a intermediarios, para desmarcarse de sus intervenciones en el fragor de la independencia que no se creían ni quienes la proclamaron. El jefe de Estado se entiende con Esquerra Republicana, la monarquía reposa en sus contradicciones. Puigdemont es más duro de roer, porque supera al monarca en eco internacional. Bienvenido sea el diálogo, pero hay que evitar a toda costa que el Rey pida perdón.

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