Llega el calor intenso ya a toda España y eso hace que algunos recuerden que estamos en plena canícula, aunque lo cierto es que en muchos puntos del entorno Mediterráneo ya hace semanas que se alcanzan valores elevados. En ese contexto de lo poco noticiable me gustaría situar mi referencia al congreso titulado Infinite Rural Systems in a Finite Planet: Briidging Gaps towards Sustainability, que la Unión Geográfica Internacional (UGI) ha celebrado en Santiago de Compostela como sede principal, con subsedes en A Veiga y A Ulloa.

En el transcurso de ese congreso, durante las sesiones de comunicaciones paralelas, tuvimos la oportunidad de discutir sobre la nueva realidad del mundo rural en un mundo cada vez más globalizado, pero también más diverso. Tanto en las comunicaciones como en las conversaciones de pasillo se ha hablado sobre los procesos que afronta el medio rural en contextos tan diferentes como China, Japón, Australia, Egipto, México, Chile, Brasil, Portugal, Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos, Croacia, Polonia, Israel o Australia. Desde España también se han aportado numerosas comunicaciones sobre la múltiple realidad de nuestro medio rural. Tiempo habrá en sucesivas columnas, si sigue la monotonía meteorológica, para tratar estos aspectos. No obstante, en este caso me interesa resaltar lo visto en las salidas de campo del congreso. Valerià Paül, Juan Manuel Trillo, (incansables traductores) Rubén Lois, José Ignacio Vila, Luis Martín Agrelo, €nos han llevado a ver la realidad múltiple del medio rural gallego en una organización compleja que han saldado con éxito. Mas allá de las vistas de campo, donde vimos miel, marisqueo, viñas y bodegas, avicultura intensiva, elaboración artesana de queso, etc. tuvimos la oportunidad de disfrutar de distintos alojamientos rurales en los que los más de 50 participantes, incluidos algunos cónyuges, copábamos todas las plazas.

Resulta especialmente difícil de olvidar para un mediterráneo O Porto do Carro, en Los Corzos (A Veiga), donde en la misma puerta de la casa rural había un castaño, un bolo granítico y una pequeña cascada. Para culminar la semana, el pequeño tramo del Camino de Santiago entre Palas de Rei y Melide resultó especialmente gratificante. Esta columna sólo pretende mostrar el profundo agradecimiento por lo aprendido y por el trato recibido.