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Sucesión de tomas

Durante las últimas regatas en las que participó don Juan se arremolinaban en torno a él y el borbón que no llegó a reinar aprovechaba para lanzar la mirada sobre el objetivo que le haría la noche más placentera. La singladura, que es hereditaria.

De las instantáneas de hace unos años en Marivent a las actuales, las infantas han tenido que ir separándose para rellenar el campo de tiro. Y pese a haberse levantado el manto de silencio que envolvió todos los episodios protagonizados por el hoy emérito, aún quedan tomas sin revelar. Cuenta el malvado Gregorio Morán -cara be de Fernando Ónega, autor de los discursos de Suárez y de los editoriales de Arriba, siempre al dictado de don Torcuato- que, camino del 23F, don Juan Carlos invitó a última hora en Zarzuela a Suárez a una comida, que éste desconocía, y se encontró con la cúpula militar, por lo que agarró un mosqueo fácil de imaginar. Llegado un instante el rey dijo que iba al lavabo y los dejó solos aprovechando los uniformados para aseverar que no estaban dispuestos a que la cosa continuara así.

Aunque ahora también figura ya en cuarentena, el gran aval del monarca de la transición se diluye a ojos de los mismos a los que se ganó con las andanzas y pitanzas que han ido saliendo a la luz mientras que el marido de su hija era enviado a la sombra. Todo ello ha traído como consecuencia que, en la tradicional recepción veraniega, la presidenta socialista de Baleares saludara a Felipe VI con una amplia sonrisa ante las cámaras y que, a la salida, respaldase la iniciativa de sus socios nacionalistas exigiendo un referéndum vinculante para escoger entre monarquía y república en la que se mandata investigar al rey emérito y se reclama a la Casa Real que renuncie al palacio de Marivent. Felipe VI, por su parte, se encaramó al velero cedido a la Armada por un astillero finlandés y, según los expertos, demostró valía como timonel al mantener el tipo en los tramos a favor y en contra del viento. Más le vale esmerar la pericia para que, efectivamente, la institución no acabe a la deriva.

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