sin duda, es uno de los temas más comentados durante las últimas semanas en las playas del Mediterráneo español: la alta temperatura que presenta el mar. En esta zona del país, las temperaturas más elevadas se suelen dar a finales de agosto o principios de septiembre, debido al calentamiento de la superficie marina, mientras que en la Meseta las noches empiezan a durar más y en general las temperaturas no suelen ser tan elevadas como en la canícula.

Durante los últimos años se está observando un aumento importante de las temperaturas del Mediterráneo, lo que puede provocar consecuencias muy importantes sobre el clima de sus riberas, pero también su fauna y flora. Y en muchas ocasiones, no se le da la importancia que se merece. En lo que respecta al clima, este aumento de la temperatura marina tiene como consecuencia más importante que el calendario de lluvias torrenciales en el litoral mediterráneo se extienda hacia el invierno, debido a la inercia térmica del mar. Hasta hace unas décadas, no era muy habitual que el mar alcanzara los 27 ºC, ahora incluso se sobrepasan los 30 ºC, por lo que en invierno sigue estando relativamente templado. Otra consecuencia es la génesis de lluvias cálidas, que parece que están aumentando durante los últimos años, especialmente en el sur del Golfo de Valencia. Se tratan de diluvios muy puntuales que pueden dejar 300 o 400 l/m2 en pocas horas, habituales de los mares tropicales. Y los que vivimos a orillas del mar, también sufrimos el aumento de las noches tropicales, en parte por tener un mar más cálido. Cuando la superficie marina está a 30 ºC, la brisa llega cálida y muy húmeda, y también provoca que estemos todo el verano sin bajar de los 20 ºC en algunas localidades del litoral. Todo esto sin olvidar que la fauna y la flora no pueden adaptarse a estos cambios tan rápidos. Durante las próximas décadas, de mantenerse esta tendencia, nos tendremos que adaptar a vivir en un entorno con un menor confort climático.