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Llamaradas de verano

Estaba Júpiter con la caja de los truenos- mucho aparato- y daban comienzo las tempestades veraniegas que esta semana nos proponen los hombres y las mujeres del tiempo. El incendio de Llutxent iba a más, devorando 1700 hectáreas de monte y con la gente desplazada viviendo en un ay y además respirando humo amargo. Este es el corolario de un verano con mucho turismo y ola de calor. Y unos cuantos muertos, que estaban trabajando al sol con más de 42º y aguantaban como si fuera un castigo de Dios. No se toman las debidas precauciones, aunque hay siempre avisos. Somos demasiado confiados.

Con una diferencia de apenas una semana vemos a la corte de José Luis Olivas en Bancaja y el Banco de Valencia formados para un juicio que en su momento será histórico, por un desfalco de 750 millones de euros y un negocio inmobiliario por tierras de Yucatan en el que sus socios necesarios y colaboradores ganaron 135 millones calentitos. La instrucción ha sido lenta y se ve que tenía muchas ramificaciones. El ex vicepresidente de Bankia también decía que todo se hizo de acuerdo con la legalidad y que si hay culpables, que busquen entre los técnicos.

Ayer este periódico llevaba más información sobre los flamantes negocios del banco valenciano en Hungría, con la familia Cotino, en los cuales la entidad perdió 80 millones de euros. Qué buenos negocios hacen para ellos y qué malos(o dolosos) para los demás. Su historial es ya de saga o de serie de televisión. Pero necesitamos a Pelecanos como guionista.

Estas son las verdaderas llamaradas del verano (que no serpientes) y hace años que todo apuntaba en esta dirección. El asalto a las cajas de ahorro se hizo de forma legal, con leyes a medida y les permitió luego hacer de su capa un sayo (o varios). Menuda vida se han pegado durante 25 años o más. Sus patrimonios han ido creciendo en paralelo y de forma ostensible.

Serán los jueces quienes al final dictarán las sentencias y la sensación es que llegan siempre tarde y el mal está hecho(en los bancos, está clarísimo). Pero a pesar de su influencia, que es mucha, y su peso político y económico, acaban sentados en el banquillo y algunos ya están en la cárcel. Es una etapa de la que no hay nada para enorgullecerse.

De ahí que la actual dirección del PP (¿enteramente renovado?) no haya tomado todavía cartas en el asunto de la financiación ilegal del PP en el Ayuntamiento de Valencia y sigue sin poder hacer nada con los concejales que colaboraron en el «pitufeo» y que se separaron para no dejar sus escaños(también en las Corts, como Domínguez) y seguir percibiendo sueldos y prebendas. Isabel Bonig no logró convencerles para que dimitieran y corriera la lista y está es la hora que el nuevo secretario general no ha dicho nada ni parece tener prisa, le queman otras llamaradas más próximas a él, las que lanza el caso del master de Pablo Casado. Vamos a ver cómo funciona la teoría sobre informática de los populares y si usaran el martillo o el borrado o si hubo escritura o reescritura en diferido. También pueden utilizar un lanzallamas y decir que ardió por un cortocircuito.

Están son las tempestades de un verano en que un espectro corre por España, el de los restos de Franco, que no saben cómo encontrar reposo y olvido. Es que la guerra no acaba nunca.

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