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Refugiado eritreo

Ocurrió hace muchos años en Madrid. Se me acercó y con un italiano chapurreado (la lengua en la que nos entenderíamos en adelante), aquel muchacho, que tendría un par de años más que yo, me dijo que era marinero, que no había comido en todo el día porque le habían robado en un bar de Barcelona el bolso con la documentación y el dinero. Llevaba la copia de una declaración acerca de su identidad redactada en el tono profesionalmente incrédulo, tan policial, de quien que puede acreditar lo que le cuentan, pero lo traslada al papel, de todos modos.

Rashid, no recuerdo su verdadero nombre, era eritreo y Eritrea fue parte de la Abisinia de Mussolini. Su país sostenía una guerra de independencia con Etiopía. Le dije que se viniera a casa y que luego veríamos. Había poco que ver. Rashid consumía los días vagando por la ciudad, comía algo de lo que le ofrecía (siempre muy poco) y escuchaba la radio (le encantaban las canciones italianas). Incluso me acompañó en un cambio de domicilio. En la nueva casa tenía habitación propia. Aguantamos unos días, unas semanas. Probamos en Caritas. Visitamos un par de veces la embajada de Siria, pero Rashid no figuraba en ninguna de las listas de militantes del Frente de Liberación Eritreo. Ya nos íbamos cuando un funcionario me dijo, por lo bajinis, que por cuatro mil pesetas me conseguía un pasaporte.

Hubo un tiempo muerto que la desesperanza alargaba. Rashid se sentía incómodo, una carga. Yo no tenía el dinero así que organicé una colecta en la Facultad invocando las connotaciones políticas del caso y pude reunir la suma redentora. Corrí a casa, el rostro enrojecido, el ánimo feliz y los miles en el bolsillo y abrí la puerta de la habitación de Rashid, sin llamar siquiera. Había desaparecido: demasiado tarde. Siempre pensé que, en este caso, era yo quien necesitaba ayudar más que él recibir ayuda. No volvió a aparecer y, algo después, recibí una carta de su familia en árabe, eso parecía. El dinero reunido lo entregué a un grupo de solidaridad con las presas políticas de la cárcel de Yeserías.

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