Escuchamos frecuentemente que viajar de día es más seguro que de noche. Pero estamos en uno de los periodos del año con mayor tránsito de vehículos en la carretera, en pleno mes de agosto, y quizá sea oportuno reflexionar sobre esta suposición generalizada. Aporto mi opinión, pero en ningún caso trato de desmentir recomendaciones de organismos públicos ni de especialistas en la materia. Mi experiencia, en el tórrido verano ibérico, siempre ha sido otra. Durante los éxodos vacacionales de julio y agosto, la densidad de tráfico es extraordinariamente mayor por el día, así como la probabilidad de atascos. Junto a ello, el calor añade un factor diurno muy adverso, tanto para el bienestar del conductor y de sus acompañantes como para la integridad mecánica del coche. Como bien saben los mecánicos de automoción, un turismo a plena carga, con el aire acondicionado en marcha y temperaturas exteriores de 35-40 ºC es un buen candidato a una avería, sobre todo si ya tiene unos cuantos años a sus espaldas y el trayecto incluye el paso por puertos con rampas notables. Muchos vehículos averiados que vemos estos días en las carreteras suelen acabar en el arcén durante el ascenso a uno de esos puertos por culpa de un calentón en el motor. De madrugada, en cambio, en autovías y carreteras de primer orden, la menor densidad de tráfico es un factor favorable a tener en cuenta desde el punto de vista del riesgo y la probabilidad de colisión entre dos vehículos. Si el conductor tiene buena vista y se desenvuelve bien al volante por la noche, ha dormido previamente y goza del suficiente descanso, y el coche, a su vez, y como debe ser, está en buen estado, con todos sus sistemas de seguridad y el alumbrado en perfectas condiciones, en pleno verano es una opción más que razonable madrugar y emprender un viaje por carretera antes de que amanezca. Si también viajan niños, por mi experiencia y la de otras personas que conozco, dormirán la mayor parte del trayecto, que haremos sin estar a pleno sol y en un ambiente mucho más fresco y confortable. Es cierto que conducir de noche en invierno conlleva algunos riesgos (hielo, niebla€), pero en verano la cosa cambia: veo menos peligroso emprender la ruta de noche que a pleno sol en vías atestadas de tráfico y con el calor asfixiante propio de la canícula. Aunque subrayo la importancia de que el conductor, además de ver bien por la noche, haya dormido antes y el vehículo esté en perfecto estado, en especial sus luces. Asimismo, en el caso de carreteras que cruzan parajes naturales, siempre será necesario extremar la atención ante la posible presencia de animales en la calzada.