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Libertad hasta el final sobre mi cuerpo

A prueban en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para regular la eutanasia en España (aunque debería ser "para regular su derecho") lanzada por un partido que, de ser verdad esa intención, ya la habría llevado adelante cuando gobernó ("no existe clamor popular" decía alguna ministra de forma atolondrada, o no la habrían boicoteado en marzo del pasado año faltando así a la palabra dada a sus votantes) y ya tenemos a los de siempre dando la vara, tergiversando la realidad con el fin de lograr sus retorcidos propósitos de eliminar la capacidad de decisión sobre nuestros cuerpos (la mente no parece importar) que, a estas alturas del siglo XXI debería ya tener estatus de intransferible.

La mayoría de grupos protestones por el tema ha procurado dejar las idolatrías al margen por aquello de que cada vez tiene peor prensa el supeditar la moral a dogmas inventados y se han lanzado en picado a predecir un falso futuro apocalíptico que nos esperaría con semejante aprobación: moriríamos como moscas porque al menor estornudo, nuestra familia (por avaricia) o la sanidad (por pereza) nos inyectaría algún tipo de veneno fulminante.

Otros, más sutilmente, recogen opiniones de asociaciones serias y las varían "ligeramente", de modo que donde se solicita que la regulación de la eutanasia se abra "una vez" garantizado el derecho en todo el estado a los cuidados paliativos, ellos torticeramente lo repiten como que lo que se ha pedido es que se garantice el derecho en todo el estado de los cuidados paliativos "en lugar de" legislar sobre la eutanasia. El cambio de "una vez" por "en lugar de" supone el beneficio de la falta de escrúpulos.

Una mayoría importante de la sociedad (entre los partidos llamados "de derecha" ya alcanza el 70%) pide que se valore sin prejuicios morales o ideológicos nuestra libertad de elección que ya puede hasta anticiparse con la firma de los testamentos vitales pero entre los partidos políticos y por la sinrazón de llevarse la contraria unos a otros, lo hace tarea casi imposible con una maraña de palabrería que se enreda en el tiempo: "hay que defender la dignidad del ser humano desde su concepción hasta su final natural"; "los cuidados paliativos suponen una alternativa eficaz a la eutanasia", y ya por no citar la "conspiratoria" teoría de la pendiente resbaladiza€

Pues sí, los cuidados paliativos deberían estar, desde hace mucho tiempo, implantados en todo el territorio nacional. Es de una inmensa injusticia que por tener transferidos ciertos servicios inherentes a educación, medicina o sociales, en unos lugares se goce de derechos que en otros se niegan. Pero una no impugna la otra. Tan necesarias e imprescindibles son las unidades de Cuidados Paliativos como lo es una ley que ampare mi legítimo derecho a poner fin a mi vida cuando considero que ésta ya no tiene el valor que me merece. Habría que comprobar la valentía de todos estos inquisidores si sufriesen las terribles consecuencias de algunos ictus o enfermedades degenerativas o algunos tipos de patología para las que los calmantes no llegan€

Todos los que consideran que la vida hay que exprimirla hasta su última gota aunque ésta sea hiel pura, cuentan con mi respeto y apoyo más absoluto. Incluso aquellos para los que sus dolores son una ofrenda a algún ídolo de su culto. A estas alturas de mi vida, no me produce rechazo ni siquiera ver en prensa la foto de un alcalde, en un país supuestamente laico, encaramado en el trono de una deidad transfiriéndole el bastón de mando municipal. Tal ignorancia solo me produce indiferencia y entiendo que el voto tiene que cuidarlo, pero a cambio exijo mi absoluta libertad sobre mi cuerpo.

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