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Cuando el espejo te habla

Vanessa: «Me hacen gracia esas personas de gatillo fácil que disparan sin dudarlo contra errores o defectos ajenos. Ojalá mostraran tanta diligencia con sus propias equivocaciones e insuficiencias, no vaya a ser que descubran unos agujeros negros íntimos capaces de engullirnos y enfrentarnos cara a cara con nuestra realidad. Es mucho más sencillo condenar al prójimo, dónde va a parar.

Las nuevas tecnologías ayudan a una expansión brutal de los juicios sumarísimos sin derecho a la defensa. Es tan sencillo, ¿verdad? Entras en una red social y empiezas a despachar sentencias de forma instantánea, sin molestarte en buscar información contrastada sobre la persona a la que mandamos al banquillo de los acusados. A veces, basta con la primera impresión de una imagen concreta para pensar que ya poseemos los datos suficientes para ejercer nuestra labor justiciera. Si, además, trabajamos con un seudónimo, la impunidad nos fortalece y nos hace más audaces a la hora de elegir el lenguaje que más nos conviene para abrir fuego ante el paredón virtual.

Qué a gusto se quedan algunos después de burlarse de una actriz que ha cogido algo de peso o de un cantante que cometió errores en una actuación o de un personaje público pillado en una situación embarazosa. Qué bien se lo pasan los fabricantes a destajo de meme(ce)s y los coleccionistas de zascas, seguro que se darían palmaditas en la espalda si pudieran ante su exhibición pueril de ingenio patibulario de parvulario. Internet aumenta el tamaño de sus altavoces, o eso quieren creer para no admitir la banalidad de sus desahogos, y lo que antes se quedaba en el alboroto en un bar entre amistades o en los aledaños de la máquina de bebidas de la oficina, ahora entra en dominios públicos donde sale gratis el impúdico ejercicio de la crítica gratuita, facilona y pringosilla. A todos esos jueces radicales de martillo veloz les daría el mismo consejo: mírate en el espejo antes de atacar a alguien, porque, a poco que tengas un mínimo de sentido de la autocrítica quizá tu reflejo te haga pensarte dos veces lo que vas a decir o escribir de otra persona».

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