Hace casi un año dejé de fumar.

Tenía mucho miedo. El ser humano parece disfrutar en estas situaciones augurando al prójimo una experiencia traumática y llena de escollos intensamente disuasorios. Me resultó llamativo que, en lugar de recibir mensajes alentadores, me contaran lo mucho que iba a engordar, lo mal que iba a dormir, la ansiedad que tendría, lo irritable que estaría y no sé cuántos horrores más que alimentaron, ciertamente, mi miedo.

Sin embargo, estaba decidida. Nunca había intentado dejar de fumar, nunca lo había deseado realmente. Y, de repente, me sentí preparada. Y lo hice.

Me sorprendió que fue bastante fácil. Tan solo echaba de menos los peores cigarros. No el de la sobremesa o el social, sino el de los momentos de preocupación, nervios o, incluso, enfado. Yo los bauticé como los cigarros autodestructivos. Creo que esa imagen, tan poco positiva, me ayudó a sostener mi decisión. No engordé ni un gramo y durante una semana dormí más ligeramente, pero luego todo volvió a la normalidad. Es más, me sentía muy orgullosa de mí misma y contenta, fue un momento de empoderamiento enorme y creía que podía con cualquier cosa...

Seis meses después le pedí a una amiga que me dejara encender su cigarro. Al cabo de una semana había vuelto a fumar. No me torturé por ello, no había medido el riesgo y, seguramente animada por mi sensación de fortaleza, acabé cayendo con todo el equipo, pero sabía que podía dejarlo. He fumado estos últimos seis meses y también he descubierto mi fragilidad frente al tabaco. Mientras quiera no fumar, no puedo darle ni una calada a un cigarro.

Este aprendizaje era necesario para mí, y me sirve para recordarme que todos tenemos límites que, si los traspasamos, podemos asumir riesgos que - tal vez - no deseamos afrontar. En mi caso, aquel era un riesgo - por suerte - asumible a la par que invisible, hasta que me lo topé.

Septiembre me pareció un buen momento para dejar de fumar. Así que me dispongo a dejarlo de nuevo en un par de semanas. Estoy segura de que lo conseguiré, como lo conseguí hace un año. Llevo sobre mis espaldas una experiencia muy positiva y conozco mucho mejor mis límites. En esta ocasión no me impresionarán tanto los horrores que me anticipen...pues sé que lo único que necesito para conseguirlo es mi firme voluntad.