El «sesgo de deseabilidad social» es un concepto psicológico fácil de comprender. Ocurre cuando un individuo se somete a un experimento y quiere quedar bien con el experimentador, por lo que responde lo que se supone que se espera de él. Por eso, en muchas consultas psiquiátricas, los verdaderos pacientes minimizan sus síntomas y los falsos, los que quieren una baja laboral con paga, por ejemplo, los exageran.

A mediados del siglo XX, la mayor encuesta estadística jamás realizada sobre sexualidad, el Estudio Kinsey, preguntó por su vida íntima a miles de americanos y americanas. Pero quizá estos no dijeron toda la verdad por encontrar hechos como la masturbación o el incesto como algo vergonzoso. El estudio escandalizó por revelar que el 50 por ciento de los hombres no eran exclusivamente heterosexuales durante su vida, mientras que una de cada cuatro mujeres no era precisamente fiel. Los apartados de conductas sexuales según la religión profesada levantaron evidentemente llagas en los senos de agrupaciones católicas, judías y musulmanas. De hecho, la publicación del informe sobre la conducta sexual de la mujer supuso que a Kinsey y su grupo les fuera retirada la financiación en 1954.

Pero en 1998 llegó Google, un buscador de Internet con una ventaja en la estadística: nadie busca lo que se supone que se espera de uno mismo y desvela cosas que uno no diría ni a su familia, ni a sus amigos, ni a un científico desconocido que nos hiciera preguntas.

Cada día damos a este servidor millares de datos que explican de alguna manera nuestros más íntimos deseos y preocupaciones. Un nuevo estudio realizado por el analista Seth Stephens-Davidowitz revela, por ejemplo, que los jóvenes siguen indagando más acerca de su pene que por cualquier otro miembro de su cuerpo, y que si una mujer realiza una búsqueda sobre este tema no es porque le preocupe que el tamaño sea pequeño, sino porque sea demasiado grande. Por supuesto, los hombres seguimos viendo mucha más pornografía que las mujeres, pero cuando ellas están interesadas en este tema, tienen gustos mucho más curiosos de lo que podríamos sospechar: penetración anal dolorosa, sexo en público o sexo brutal en grupo. Entre estos, un interesante porcentaje hace referencia a búsquedas sobre sexo no consentido.

Por supuesto, hay que tener mucho cuidado con estos datos. Un estudio del año 2014 constata que las mujeres no desean que sus fantasías más extremas se cumplan, pero que la mayoría de los hombres sí están dispuestos a realizarlas. Por otro lado, el estudio ofrece otro dato revelador: hay más hombres que buscan en Google cómo realizarse una auto-felación que hombres que buscan cómo hacer llegar a la mujer al orgasmo. Aunque esto la mayoría ya lo sabíamos.

O bueno, quizá la mayoría no, pero sí muchos nos imaginábamos que «postura del misionero» o «aniversario de bodas» no iban a estar en el top de búsquedas.