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Grandes éxitos

Parece que el conflicto entre los conductores de Uber y Cabify y los taxistas old fashion se arreglará solo cuando salgan a la calle las primeras flotas de coches autónomos de Google -de momento limitadas y experimentales- que aguardan en algún garaje de California. Sí, como el taxista de Desafío total, ese muñecote con cara de chiste al que Arnold Schwarzenegger le arranca la cabeza. Conductores de toda obediencia quedarán desahuciados o, en el mejor de los casos, destinados a comprobar las baterías y circuitos del autómata rodante o a pasar la aspiradora por la tapicería según las instrucciones del ordenador de a bordo. Coches autónomos, fabricados por robots, sin contaminación humana que lo estropea todo con una rabieta o una erección inoportunas.

El problema de manifestar alguna reserva acerca de la tecnología es que enseguida te ganas fama de reaccionario o te obligas, para evitarlo, a recitar el Credo progresista: "Creo en el avance posible y deseable de la Humanidad, en el análisis científico y en el poder inefable del desodorante?". Sólo las armas atómicas lograron cuajar cierto movimiento de resistencia pero ahora no sé donde está Bertrand Russell, quizás haya fallecido. No se recuerda, con la debida insistencia, que la revolución democrática se basó en la primacía de la ciencia sobre los dogmas, en la libertad de investigación, las garantías y derechos individuales, la división de poderes y las elecciones libres.

Nada de eso tienen en cuenta, porque su juego es otro, las grandes tecnológicas: se sirven de la complicidad de políticos obsecuentes para burlar las leyes contra los monopolios, aplican toda suerte de artimañas para no pagar impuestos (y se les premia con publirreportajes gratuitos), desarrollan autómatas armados que, en este momento, ya son capaces de decidir quién es enemigo y quién no (anulan el principio de responsabilidad, como el Skynet que toma el mando en Terminator) y están muy cerca de conseguir -si no lo evitamos- que seamos su ejército de esclavos obedientes y mal pagados. Rage against the machine.

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