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El peligro de los guasaps

Sí que todo se reduce a unos guasaps. Los culpables de que haya prendido la mecha del Pacto del Botànic y amenace con dinamitar un trienio inédito son unos mensajes que un socialista envió, en los que decía que había conseguido 850 millones de euros del Gobierno central para la Comunidad Valenciana, y que un valencianista reprobó porque era ya un hecho consumado. Al final, la política y la vida son vasos comunicantes. ¿Quién no ha enviado un guasap y se ha arrepentido, ya sea en el momento o pasado el tiempo? Tienen más peligro que Messi en el área del equipo rival. Te pones a escribir y como estés cabread@ y seas de gatillo fácil, hacen más daño que una ametralladora. Yo misma me he metido en varios líos: sin ir más lejos, mi amiga Carolina se ha tirado diez días sin hablarme por un comentario estúpido que hice; o una de mis hermanas se salió del grupo de hermanos y cuñados tras un intercambio de pareceres que derivó en un enganchón. A much@s de nosotr@s nos gustaría abandonar algún grupo en el que empezamos con mucha ilusión y ha acabado por ponernos de mala leche cada vez que recibimos un mensaje intrascendente y aburrido. O nos gustaría expulsar a alguien (sí, ahora a tod@s les viene más de un nombre a la cabeza), pero no lo hacemos por cobardía o por «bienqueda».

No podemos vivir ya sin el simbolito verde y blanco en nuestras vidas, nos cansamos de decir que el Facebook, las tabletas o los móviles son perjudiciales para los niños y adolescentes, que se pasan horas y horas ante las nuevas cajas tontas, y resulta que los considerados adultos nos morimos si durante más de media hora no hemos recibido un mensaje. Ay, los guasaps, mi amiga ha vuelto a hablarme, es lo que tiene ser una buena persona (ella, por supuesto), pero me da que no será tan fácil de arreglar la crisis del Botànic.

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