Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El drama de los extremos

El trastorno bipolar supone un importante sufrimiento para quién lo sufre y para las personas con las que comparte su vida. Implica en el sujeto, extremos en su estado de ánimo, con cambios desde la apatía, tristeza y depresión hasta el estado opuesto, «manía», de mucha alegría, felicidad, fortaleza y acompañado también de mal humor e irritabilidad. En su estado de ánimo «alto», dan la impresión de mucha confianza en sí mismos, pudiendo llegar a trastornar y alterar toda su realidad. En la fase depresiva, viven inhibidos, desganados y sin motivación. Lo opuesto ocurre cuando estas personas se hallan en el estado depresivo, no practican deporte, pasan mucho tiempo acostados, con mucha apatía y agotamiento. Y en la fase alta, o maníaca, en un estado de euforia y creatividad, incluso pueden iniciar proyectos e inventos considerables (Don Malone, Dpto. de Psiquiatría, Cleveland, Ohio).

Tienen muchas dificultades para continuar con los objetivos propuestos, no perseveran en sus tareas, se desilusionan y lo dejan. Cuando se hallan en la fase de euforia, y se encuentran llenos de energía, consiguen ser más resolutivos y productivos. Les cuesta concentrarse y no profundizan en sus pensamientos, no centran sus energías en un tema a la vez, y de esta forma les cuesta conseguir lo que un día se han propuesto. Desarrollan una pasión puntual por el deporte. Con los altos niveles de energía que sienten, se lanzan al ejercicio y deporte, para ellos una forma de descargar ese exceso. Para los familiares que vivan cerca, esta será una forma de alerta, y así centrar más su atención para captar qué ocurre con esa persona que no tenía mayor interés por el deporte y ahora dedica varias horas diarias a ello.

A la pareja le repercuten mucho estos síntomas, pues si se han embarcado en proyectos, la otra persona no comprende cómo su pareja le ha ido dando la vuelta a todo y ha perdido el interés por ello. También les es difícil mantener conversaciones, pueden hablar muy rápido, como con verborrea (Dr. Bearden) y es como si no hubiera diálogo, sino solamente monólogo, una manera de no tener en cuenta al interlocutor agotándolo y sin temas interesantes.

Uno de los síntomas del trastorno bipolar, es la irritabilidad. Se enfadan por cualquier cosa y se enfurecen, invadidos por el mal humor, saltan por cualquier detalle y se multiplica el nivel de discusión. Perjudicando las relaciones, e incluso les es muy difícil vivir con otras personas. Y al explotar con frecuencia, los otros se saturan y abandonan. También en la fase de manía, se sienten fuertes, con alta autoestima y como si fueran invencibles. Su comportamiento irreflexivo, les lleva a ser irresponsables, tomando decisiones problemáticas. No piensan en las consecuencias.

Y por ello, dan muchos disgustos a los familiares o personas cercanas. Pueden tomar decisiones ilegales, gastar dinero sin sentido, buscarse compañeros para orgías sexuales que no harían en otro estado. Incluso con esa fuerza que les hace creerse invencibles, pueden cometer errores cuando hay empresas, o decisiones en las cuales lo económico queda seriamente afectado. Otros síntomas que presentan las personas con trastorno bipolar, son los problemas laborales. Afecta a su capacidad y a su rendimiento profesional por un lado y por otro en las relaciones con sus compañeros de trabajo y sus jefes. En el trastorno bipolar también hay alteraciones en los patrones de sueño. Cuando el sujeto pasa por periodos depresivos, tiende a dormir en exceso, muchas horas cada día y al fin para sentirse agotado. Y lo contrario ocurre en el periodo de euforia y manía. Con más actividad y energía, con problemas de insomnio, debido a la inquietud que no les permite dormir. Se trata de corregir este factor personal, como es la regularidad en el sueño, para mejorar el bienestar de la persona con trastorno bipolar. Diagnosticado a tiempo y tratado en su conjunto, favorece la calidad de vida de la persona y su familia.

Compartir el artículo

stats