Volver a Portugal es como pasear por la memoria. Pasear por sus calles secretas, donde, por la noche, la sombra del poeta, y la música lejana del fado, nos acompaña. Es, en la noche, cuando los recuerdos se nos hacen presentes y la música nos reconforta, hasta que aparece el día. Fernando de Pessoa, nos dice que el fado es la música del pueblo, una simple melodía que consuela y acaba en un sentimiento. La música del fado, el "fatum", destino, que encuentra su expresión más vital en la solidaridad de sus gentes.

Hoy, en Portugal, ante tantos avatares económicos, nadie está seguro sobre el futuro que les espera. Pero sí saben que el Gobierno de Antonio Costa les conduce con pulso firme y rumbo cierto, hacia la salida de lo que era un estado de desesperanza. Como la música del fado, la política encuentra su expresión más vital en la fraternidad de sus gentes. En Vilar Formoso, el «Memorial aos refugiados», es una buena muestra de ello. En estos momentos de trágica situación de refugiados mundiales - el caso del Acquarius en València es uno de ellos - este museo nos enseña lo que supuso abrir los brazos de la solidaridad, a través de la principal frontera terrestre, a los millares de refugiados que huían de Francia en las últimas semanas de 1940, como consecuencia de la 2ª Guerra Mundial.

Solidaridad, que puede comprobarse en el Museu da Misericórdia de Viseu, cómo desde hace siglos se alimenta a los necesitados, alberga a los sin techo, escolariza a los niños pobres, y da atención a los ancianos - de manera análoga a como lo realiza la Casa de Caridad en València - y que igualmente se lleva a cabo en otras Misericórdia de ciudades portuguesas. Solidaridad y cultura, que, en Penalba do Castelo, su alcalde, Francisco de Carvalho, muestra orgulloso, ante la fuente realizada por trabajadores solidarios, situada junto a la escultura instalada como homenaje a los músicos de la Banda Municipal por su servicio al Concelho, que trae a nuestra memoria la existencia y labor de centenares de entidades, y miles de músicos y socios, de la Federación de Entidades Musicales valencianas.

Las ideas no perdonan, advierte el premio Nobel de literatura en lengua portuguesa, Jose Saramago, o vivimos con arreglo a ellas, o ellas se rebelarán contra nosotros. Uno se siente admirador y profundamente amigo del pueblo portugués, con la idea, que transmite Pessoa, de que la tierra es toda una. Admiración renovada desde aquel 25 de abril, con la revolución de los claveles, iniciada a los compases del célebre canto, «Grândola, vila morena», de Jose Afonso, que elevó la dignidad de sus ciudadanos, «en cada esquina un amigo, en cada rostro igualdade; o povo é que mais ordena, dentro de ti ó cidade». Es Portugal, que nos acompaña siempre, al que no damos la espalda ni vamos de lado, sino de frente y por derecho. Ay, Portugal, ¿Por qué te quiero tanto?